El pasado 25 de abril, justo el día anterior al comienzo del juicio de Gijón, tomé unas notas rápidas, asomado a la terraza de mi habitación en el hotel La Polar, que ahora transcribo sin añadir ni una coma: “Desde la ventana se intuye la mar, agazapada y discreta en esta atardecida marinera, una ventana ordinaria en un hotel ordinario, con su clientela de paso y esa provisionalidad que se asemeja a la propia vida, existencias marcadas por las entradas y las salidas, sin dejar más rastro que un nombre en el registro y mucho olvido. Observo la noche mientras…