En la década de 1950, el recién fallecido economista Kenneth Arrow elaboró un teorema que, según muchos economistas ortodoxos, puso un fundamento matemático a la "Mano Invisible" de Adam Smith. El teorema muestra - en un modelo abstracto - que las productoras y las consumidoras pueden igualar sus deseos perfectamente, dado un conjunto particular de precios. En esta atmósfera improbable de "equilibrio general", la actividad económica podría tener lugar de manera eficiente sin ninguna coordinación central, simplemente como resultado de personas siguiendo su propio interés. Lo han utilizado economistas para defender la desindicalización y la globalización, todo en el nombre…