Ganar más dinero, tener un contrato estable y que en el barrio haya buenos servicios, eso está bien. Pero, si te fijas, podrás ver que este mundo está mal repartido.
Disponemos de unos recursos como nunca los hubo en la historia de la Humanidad: conocimientos, energía, medios de comunicación… Y sin embargo estamos rodeados de plagas: hambrunas, guerras, racismo, paro, muros, terrorismo, abuso de poder. Eso pasa aquí al lado, aquí mismo.
Y las causas son conocidas: privilegios en manos de unas pocas personas, que emplean la violencia de la manera más impune, avalados por el aparato del Estado y de sus medios de represión.
El mafioso más encallecido es un angelito comparado con el grupo de plutócratas y mandatarios que organizan guerras, viven en el lujo y reciben la bendición papal en las audiencias del Vaticano.
Piensa en los llamados accidentes de trabajo, que dejan más de un millar de personas muertas al año, ¿quiénes son responsables, sino industriales sin escrúpulos y gobernantes interesados más en el dinero que en la vida?
Por eso la CNT no sólo lucha por ganar cuatro cuartos más que al final se come la inflación, sino por otro tipo de mundo.