Cuentan los poetas griegos que, en el nebuloso tiempo de los mitos, vivía cerca de Eleusis un descomunal hijo de Poseidón conocido como Polipemón, Damastes o Procusto -cada cual puede elegir el nombre que más le agrade, pues por todos ellos era conocido-. Éste, que según unos era un bandido, según otros un posadero y según otros más, un herrero, ofrecía alojamiento a los incautos viajeros que por allí pasaban. Podemos imaginar que los caminantes, fatigados tras recorrer los polvorientos y sinuosos caminos de la Hélade, agradecían aquel noble gesto y se acostaban en aquel extraño lecho de hierro que…