No se cómo encauzar mi rabia, ni siquiera si debo o quiero hacerlo. Ahora, que alcanzo esa edad que me convierte en señor mayor, debería, simplemente, convertirme en el abuelo cebolleta. Echar la vista atrás y rememorar, convencido, que el pasado fue mejor. Mi pasado, no es el de mis padres, que fue el de la postguerra, el hambre y el miedo. Mi pasado fue el de los últimos años del patas cortas, con su movimiento ya muy debilitado, su sustitución por el régimen del 78, aún balbuceante, aún sin directrices ni autoridad definida, aún libertario, aunque rápidamente, muy rápidamente,…