26/02/2024

MAYORÍAS BASADAS EN MINORÍAS

Escrito por Enrique Hoz

Escribo estas líneas una semana después de la Elecciones al Parlamento de Galicia. Me une a Galicia un agradable recuerdo puesto que a finales de los ochenta del siglo pasado residí por motivos de trabajo, cerca de un año, en esa Comunidad Autónoma, concretamente en A Coruña.

Para mí fue toda una experiencia vivir fuera de Bilbao en un periodo de tiempo extenso aunque no perdía el contacto con el Botxo puesto que un fin de semana al mes, a veces dos, volvía a mi hábitat bilbaíno.

Trabajaba en una de las múltiples subcontratas existentes para lo que entonces se conocía como Telefónica y vivía compartiendo piso con otros trabajadores de Bilbao y alrededores. Los fines de semana que nos quedábamos en A Coruña, unas veces los dedicábamos a conocer la marcha de esa localidad y otros a turistear principalmente por la costa.

La central de Telefónica donde curraba se encontraba en el barrio de Montiño y la mayor parte de las personas con las que convivía en mi horario laboral eran gallegas. Compartir horas, días, semanas, meses, dan para mucho y entre una conversación por aquí, tomar un pote por allá, fui experimentando vivencias y percepciones que me sirvieron para situarme en un entorno desconocido para mí.

Ese convivir en tierras gallegas no me convierte en experto sociólogo y más teniendo en cuenta que han transcurrido más de una treintena de años desde entonces, pero si me vale para exponer aspectos percibidos en semanas compartidas de impresiones y sensaciones personales, sin pretender extrapolarlas a una especie de estudio de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas que correspondería a expertos en la materia, y mucho menos sin intención de ejercer como “cuñao” sabelotodo.

 
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Bien, empiezo. Algo que me chocó de entrada fue la rivalidad existente entre A Coruña y Vigo. Y digo que me chocó porque predominaba una rivalidad para nada sana ni amistosa; era hostilidad tóxica. Recuerdo como anécdota que una muestra del desprecio de un coruñés hacia un vigués consistía en que el primero llamase al segundo portugués. Creo recordar que del vigués hacia el coruñés se utilizaba otra expresión despectiva pero he de reconocer que no estoy seguro. Eso sí, utilizar el término portugués de manera despreciativa transmitía un rollo racista, consciente o inconsciente, que más de uno se lo tendría que mirar. Me gustaría saber que a día de hoy esa actitud, más de ignorantes que de otra cosa, está más que superada y la rivalidad, de existir, no deja de ser amistosa y saludable.

Todas las personas gallegas con las que me crucé en esos meses de residencia en A Coruña (en el trabajo, en las tiendas, en los bares, en el gimnasio) eran bilingües, gallego y castellano. Lo habitual era que me hablasen de inicio en gallego hasta que ya no les podía seguir y se pasaban al castellano, sin ningún problema. Vamos, que yo no tuve ninguna experiencia negativa en lo que se refiere a pedir que siguiésemos la conversación en castellano. El “hasta lueguiño” y el “graciñas” han quedado grabados en mi subconsciente.

Si tengo en cuenta que conseguir tabaco de contrabando era casi tan fácil como comprar unas alubias y que las lanzaderas convivían con toda normalidad en los puertos de Cambados y Villagarcía de Arousa atracadas junto a pequeños bateles, en contraste como un calabacín junto a un dedal, no hay que ser muy avispado para llegar a la conclusión de que las propias Instituciones/Autoridades hacían la vista gorda o, voy a ser claro, podrían participar directamente en el negocio.

Y, para finalizar este repaso personal de sensaciones, la coexistencia en muchos bares del póster del Real Madrid y del Deportivo de La Coruña era innegable. En la capital se repartían, más o menos, el protagonismo; en el resto de la provincia, el póster del Real Madrid ganaba por goleada. Debe tenerse en cuenta que por aquel entonces el Deportivo era un equipo de la Segunda División y su etapa exitosa en la Primera División estaba por llegar. Hago reseña al tema de los pósters por la tendencia humana consistente en, a falta de equipo local en la Primera División, autoproclamarse como seguidor de caballo ganador (en este caso Real Madrid) y no de un equipo de los denominados como más modestos.

 
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Bien, toda esta charla para acabar hablando de las Elecciones y si lo que he contado te sirve para buscar alguna relación con los resultados, oye, pues tú misma/o.

Total, que el PP, aún perdiendo dos escaños conserva esa falsedad llamada mayoría absoluta. Mayoría que no es tal si nos atenemos a los resultados reales de las Elecciones.

Para ver estos resultados he entrado en la página web de la Xunta y me encuentro con que una semana después de las Elecciones todavía se vende como participación la cifra del 67,30%.

Vamos a ver; si en la Xunta saben de sobra que debe contabilizarse también el CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes); que dicha cifra asciende a 476.544 y que de ahí han votado 29.300 personas; que a pesar de que oficialmente no se den estas cifras hasta mañana, lunes 26 de febrero; no cuesta nada señalar este aspecto en la web para no inducir a equívocos.

Hoy, según la web:

-Participación 1.493.019 (67,30%)

-Abstención 725.229 (32,69%)

-PP 700.491 (47,36% de los votos)

En total, el Censo Electoral (CE) para estas elecciones a la Cámara gallega asciende a casi 2,7 millones personas, ya que a los más de 2,2 millones de electores censados en Galicia, hay que sumarle los 476.544 inscritos en el CERA. De estos últimos, finalmente han votado unos 29.300.

Afinemos un poco los datos en base a una aproximación estimada:

-Censo: 1.493.019 + 725.229 + 476.544 (CERA) = 2.694.792

-Participación 1.493.019 + 29.300 (Votos CERA) = 1.522.319 (56,49%)

-Abstención 725.228 + 476.544 – 29.300 = 1.172.473 (43,51%)

-PP 700.491 + 13.876(*) = 714.367 (26,50% respecto al CE)

Para que nos entendamos, este maravilloso sistema llámese liberal, socialdemócrata o si te he visto no me acuerdo, otorga una mayoría absoluta en un Parlamento a quien ha obtenido, en realidad, el 26,50% de los votos sobre el CE. Prácticamente, tres cuartas partes del CE han pasado del Partido Popular, sin embargo, por arte de birlibirloque, el PP tiene mayoría absoluta y en los discursos electorales se vende la moto de que esto es lo que ha decidido la ciudadanía gallega. Me cuesta entenderlo... quizá es que soy duro de cabeza o un demócrata con problemas cognitivos.

Y echo un vistazo también, por ejemplo, a la Comunidad de Madrid donde reina Isabel Díaz Ayuso con un discurso basado en eslóganes absurdos y sin fundamento para encontrarme con una situación similar. Elecciones del 28 de mayo de 2023; CE de 5.211.681; al PP con 1.599.186 votos (30,68% sobre le CE) se le otorga la mayoría absoluta.

Estás mayorías basadas en minorías, a efectos de crítica, me valen para cualquier partido que proclama representar la voluntad de las urnas. Si desde tiempo inmemorial una dictadura viene definida como la imposición de la minoría sobre la mayoría, habrá que pensar cómo le denominamos en el llamado Estado del Bienestar a quién impone su programa con tan solo un 25% ó un 30% de respaldo.

No es por malmeter; simplemente no creo en el Parlamentarismo y sí en el potencial transformador de la Clase Trabajadora.

 


(*) Si en las cifras expuestas en la web de la Xunta el PP ha obtenido el 47,36% de los votos emitdos, he utilizado ese mismo porcentaje para determinar la aproximación sobre los 29.300 votos del CERA, con lo que el cálculo no es exacto pero sí aproximado, no quedando lejos del dato que figure como definitivo.

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