Hace un mes. Hospital Universitario de Cruces, Barakaldo. Noche. Ya son meses. Una habitación pequeña, a oscuras, demasiado calor. Una luz roja parpadeante y un pitido agudo que se repite cada dos segundos. El compañero de habitación de mi aita está hiperventilando, jadea, se queja, su hija pide morfina a las enfermeras por el interfono, no hay médicos y ellas no pueden dar esa medicación, ni siquiera dan a basto para atender sus funciones. Cafeína para aguantar despierta. En mayoría las cuidadoras somos mujeres. Pasan las horas, todo empeora. Empieza el ataque de pánico. Pánico subiendo y bajando las escaleras…