11/07/2021

Tiempo de silencio

Escrito por Gonzalo Mañes

El pasado 25 de abril, justo el día anterior al comienzo del juicio de Gijón, tomé unas notas rápidas, asomado a la terraza de mi habitación en el hotel La Polar, que ahora transcribo sin añadir ni una coma:

Desde la ventana se intuye la mar, agazapada y discreta en esta atardecida marinera, una ventana ordinaria en un hotel ordinario, con su clientela de paso y esa provisionalidad que se asemeja a la propia vida, existencias marcadas por las entradas y las salidas, sin dejar más rastro que un nombre en el registro y mucho olvido.

Observo la noche mientras sin querer repaso cada nombre de los que mañana comparecerán como acusados en ese macroproceso que se sigue desde hace años en Gijón, nacido de un conflicto laboral y que amenaza con desembocar en penas de cárcel y graves sanciones económicas. Procuro atribuir un rostro a cada uno de esos nombres mecanografiados en el papel oficial del juzgado, otorgarles una identidad e imagino lo difícil que será esta noche anterior, una suerte de vela de armas en la que todas las posibilidades están abiertas y también sus interrogaciones, el repaso que harán de cada uno de los meses de conflicto, lejanos ya, pero que van a surgir en unas horas, protagonistas durante cinco sesiones de juicio.

En mi primer viaje a Gijón tuve ocasión de conocerles un poco, lo suficiente para percibir esa inocencia primigenia del que sabe que hizo lo que tenía que hacer, que aquello fue un conflicto laboral en defensa del más débil, que cada uno de sus gestos, desinteresados, lo fueron para amparar y arropar a una mujer que pedía ayuda…es difícil que en la árida prosa judicial se trasluzca, no sea que un instante, lo necesario que es, en este mundo de brutos, donde la fuerza y la violencia priman, unas gotas de solidaridad, de compañía, de apoyo…y es curioso que los mismos que motejan de “perro-flautas” de “antisistema” a aquellos que se la juegan sin tener nada que ganar, un escándalo en esta época trufada de arribistas e interesados, seguramente se consideren buenos cristianos, de misa los domingos…nada nuevo bajo el sol y la misma ceguera y sordera frente al dolor, la soledad y la miseria.

A esta hora crepuscular pienso en cada una de esas personas que mañana tendrán que responder a preguntas capciosas, con trampa…y no sé, realmente, cuál será el final de esta larga historia, si podremos celebrarlo o no…

Dejé el texto así, inconcluso y sin revisarlo, esperando que la sentencia, pese a los augurios funestos que se acumulaban, desmintieran los peores presagios. No ha sido así, ya lo sabéis: penas de cárcel, tres años y medio para cada inculpado, salvo para uno, y una cuantiosísima indemnización que ellos solos serían incapaces de pagar y les llevaría a perder sus viviendas y salarios, no hay que olvidarlo.

No puedo y no debo, de ahí el título, ir más allá sobre la sentencia, que mi papel ahora, junto a los compañeros de Gijón es preparar y presentar los mejores recursos posibles, rebañando en los hechos para extraer una realidad muy diferente a la que se refleja en los 106 folios de la resolución, buscando todas sus fallas, analizando y ponderando cada palabra para lograr que la justicia sea realmente justa y que la verdad se imponga…no puedo y no debo añadir nada más…salvo compartir con vosotros el lema difundido en el comunicado enviado por el sindicato a los medios: ¡Ni un paso atrás!1

1 «  Faites que le rêve dévore votre vie afin que la vie ne dévore pas votre rêve »(Antoine de Saint Exupéry)

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