Señala claramente a los responsables de la aplicación de las políticas de ajuste apuntando a PNV, PSOE y PP que "extienden la cultura del no conflicto mientras a mucha gente se le condena a condiciones de trabajo y de vida indignas y las desigualdades sociales aumentan". Parece que ha decubierto, nunca es tarde, que "cada vez es más difícil diferenciar a los cargos del Gobierno y las Diputaciones de los representantes de la patronal".
Explica que el coste del debilitamiento del movimiento sindical hace crecer la hegemonía de la derecha política. Hay otro párrafo significativo en el que frente al puro y duro neoliberalismo ofrece una salida política socialdemócrata y como guinda del pastel "en una sociedad donde se imponen condiciones de trabajo miserables las huelgas son un síntoma de funcionamiento democrático de la sociedad. Una sociedad con injusticias, explotación y sin huelgas es lo más parecido a una dictadura".
Qué bonitas palabras después de unos años en los que las huelgas generales de un solo día ha sido lo más lejos que se ha atrevido a apostar el Sindicato que aglutina a cien mil afiliados. Tantos afiliados para, sí se puede, aspirar a la socialdemocracia. Eso es lo que da de sí ELA.