Me ha ocurrido en varias entrevistas en medios de comunicación. La entrevista discurre por caminos más o menos interesantes. Y de forma casi inexorable, llega la temida pregunta. “Pero bueno, ¿cuanta gente sois en CNT?”. Yo con cara de póquer, me escabullo como puedo, algunas veces con mayor fortuna que otras. ¡Qué se le va a hacer!
El caso es que de forma más pausada me he quedado siempre con las ganas de decirles de qué van, a caso no se nota que somos poca gente. La sociedad estaría de otra manera si tuviéramos la afiliación que supuestamente tienen otras centrales sindicales. No dejamos de ser un reflejo de las ganas de lucha de la Clase Trabajadora. Dos entes que nos retroalimentarnos mutuamente. Si la primera quiere, la CNT es la herramienta y crecemos. Pero aquella, y no es nuevo, ni está ni se la espera.
Pero este desafecto de la Clase Trabajadora hacia los Sindicatos no se debe únicamente al pésimo trabajo hecho por éstos o aquéllos, Son el resultado de las dos caras de la moneda. Por un lado, el modelo sindical basado en las elecciones sindicales, espejo del modelo político impuesto en las democracias capitalistas. De la incapacidad del anarcosindicalismo de hacernos valer como alternativa creíble a ese sindicalismo de colaboración o coparticipación. Y por otro, no nos engañemos, que el conjunto de la comunidad obrera no quiso y no quiere problemas. El descrédito se ha sumado a la habitual cobardía que crece entre la Clase Trabajadora cuando pierde el sentimiento de ser una Clase y apuesta por las soluciones individuales para resolver sus problemas.
Porque nuestro Sindicato exige una forma de trabajar el sindicalismo de una manera completamente distinta a la que los teóricos Sindicatos hegemónicos llevan a cabo. Es fundamental para nosotros y nosotras la mayor participación posible. El número de personas que se impliquen en el conflicto es fundamental para poder hacer frente a las injusticias. No existen atajos. Delegar en representantes para que te solucionen los problemas mientras uno se despreocupa, a lo único que aboca es a aumentar la posibilidad de que los arribistas, los incompetentes, los impresentables, los desalmados,... copen esa representación y se preocupen más de velar por sus intereses y aprovechar para medrar que trabajar en favor de quien confío en ellos para que peleara por ellos. Esta frase es clarificadora en sí misma, que alguien pelee por otro, sin que el afectado se implique, deja de ser solidaridad. Se parece más a contratar a alguien y no a luchar de forma solidaria. Lucha de Clases. Que por mucho que te cuenten películas con gente feliz y maravillosa, si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti. Y mucho menos si
hablamos de enfrentamientos. Y así es en todos los aspectos de la vida. Que no descubrimos nada nuevo.
En fin, que la CNT está donde está y como está, en parte porque no hemos sido capaces de trasmitir confianza a los y las trabajadoras, pero no en menor medida, nuestros compañeros y compañeras de trabajo no han querido asumir la parte de lucha que les corresponde. Porque de
eso se trata, de convencernos de la necesidad de luchar, de trasmitirnos confianza de nuestra eficacia. Recuperar el espíritu de solidaridad. Al fin y al cabo, somos la única herramienta para la transformación social.