04/03/2022

HUELGA DE BENDODIAZEPINAS

Escrito por La Prima de Emma

Hace un mes. Hospital Universitario de Cruces, Barakaldo.

Noche. Ya son meses. Una habitación pequeña, a oscuras, demasiado calor. Una luz roja parpadeante y un pitido agudo que se repite cada dos segundos. El compañero de habitación de mi aita está hiperventilando, jadea, se queja, su hija pide morfina a las enfermeras por el interfono, no hay médicos y ellas no pueden dar esa medicación, ni siquiera dan a basto para atender sus funciones. Cafeína para aguantar despierta. En mayoría las cuidadoras somos mujeres. Pasan las horas, todo empeora.

Empieza el ataque de pánico. Pánico subiendo y bajando las escaleras de caracol de la torre de Cruces a todo correr, corrro para controlar la ansiedad, corro para controlar algo, corro para huir porque pasar una noche mas en un hospital me aterra tanto que al día siguiente estoy en mi casa dándome de cabezazos contra la pared antes de volver al metro. Metro Bilbao. Gurutzeta Cruces. El segurata de la puerta, el control de enfermería, cariñitos por wasap, , empujo la puerta 238, respiro hondo y vuelta a empezar.

 

Quince días mas tarde. Ezkerraldea

Venga, ama, que nos comemos un lorazepam a patxas y salimos a dar una vuelta por el barrio. Vamos a pasear hasta la farmacia que antes era del opus, ahora es un lugar mucho mas amable. Las dos aprovechamos para que nos miren qué tenemos en la tarjeta. La conversación con la farmacéutica sobre analgésicos, ansiolíticos y antidepresivos es tan representativa de nuestro ahora colectivo que me dan ganas de grabarla en video y mandarla a un certamen de cortos. Mi ama lleva meses cuidando de mi aita, ella también esta mal, y mi hermana y mi hermano y yo.

 

Ahora que ha pasado todo. Bilbo

En los informes de mis ingresos en psiquiatría no pone nada. Me recuerdan a la canción de The Smiths, quema la discoteca, cuelga al dj, porque lo que pone no dice nada sobre mi vida.

No se mencionan los recortes en sanidad, ni la reforma laboral, ni la ley mordaza, ni la temporalidad en mis contratos, ni mi alquiler.

No se habla de la norma solo una acompañante por paciente, ni de las citas telefónicas, ni de las veces que se han suspendido las intervenciones quirúrgicas programadas. No pone nada de no entender nada, de no esperar nada.

Nada. Nada de la falta de sueño, del hambre, de las faltas a clase.

Pone ruptura amorosa, yo no diría tanto, pero ruptura si. No explica lo difícil de mantener vínculos cuando cuidas, de que solo quedan unas cuantas amigas, de lo repetitivo de tus conversaciones, del mal humor, del cansancio acumulado, de la irritabilidad, de la imposibilidad de comprometerte con ninguna militancia porque en cualquier momento vas a tener que abandonar todo y echar a correr. Nada.

 

Ahora que puedo hablar. Bilbo

Aprovechando el acuerpamiento de mis compañeras, de escribir bajo un pseudónimo colectivo, ahora lo cuento, lo cuento en grupo porque esto no es individual. Lo cuento porque entre nosotras hemos ido tejiendo muchas mas estrategias de supervivencia que pasarnos blisters a la espera de la receta.

En este caos de desmorone del sistema público de cuidados vamos tirando del hilo,y del embrollo hacemos madeja que pase de compañera en compañera al principio de cada asamblea abierta. Si las mujeres nos paramos el hospital se derrumba, corean las feministas francesas, y es que el sistema funciona a base de mujeres puestas de ansiolíticos y analgésicos. La proxima huelga que sea también de benzodiazepinas.

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