Durante las últimas décadas, Alemania se venía alimentando de una serie de estereotipos que favorecen su posición de liderazgo europeo y, por veces, occidental. Entre ellos, está el de la eficiencia técnica (quién no recuerda el “es un coche alemán” como reclamo de ese estereotipo en el anuncio de un Opel Corsa que ni siquiera se fabricaba allí), la puntualidad, y, quizás trasladando un poco de los dos anteriores al campo de las humanidades, el de la gran labor que hicieron en materia de memoria histórica para evitar que el nazismo y sus premisas se volviesen a repetir en el país.
Pero todos esos estereotipos se vienen ruyendo poco a poco en la última década. Y ahora, con el inicio del conflicto palestino y la constatación cada vez más incontestable del genocidio que está siendo impetrado por Israel, el posicionamiento de las instituciones alemanas resulta de lo más desconcertante para quienes creyeron en la calidad de su esfuerzo de memoria histórica1. Para quienes están allí, no sorprenden ya los despidos derivados de posicionamientos políticos a favor del pueblo palestino. Genéricamente acusados de “anti-semitas”, hemos visto desde el cese de futbolistas hasta la suspensión de nominaciones a premios literarios y académicos2.
En una sociedad en la que el antisemitismo aun parece muy vivo, y ante la posibilidad de que posiciones de la extrema derecha se aprovechen de las críticas contra Netanyahu para perpetrar delitos de odio, los sectores a la izquierda parecen perdidos a la hora de ejercer una crítica realmente libertaria. Se transmite la idea de que cualquier negación del derecho de existir del Estado de Israel es antisemitismo3. Y, aunque comprensible hasta cierto punto, resulta muy complicado entender este tipo de posicionamientos sobre todo cuando vienes de sectores libertarios. ¿Desde cuándo la bandera de un Estado ha sido nuestra bandera? ¿Desde cuándo el derecho a existir significa el derecho a tener un Estado, y sobre todo un modelo uniformador de Estado, en el que todos los ciudadanos deben compartir la misma religión, organización política y etnia?
Más que el miedo al antisemitismo, lo que parece pesar aquí es la defensa de una posición económica beneficiosa, escudado en un discurso sobre la diferencia que es menos bonito de lo que creen que parece. Defender que Israel tiene derecho a existir porque los judíos tienen derecho a un lugar donde vivir dadas las atrocidades que sufrieron en suelo alemán es indirectamente reconocer la incapacidad y poca disposición de cambiar la forma propia de vivir para que las personas diferentes puedan convivir en paz y libertad. Es proyectar en unas víctimas a las que se pretende defender una visión propia de territorio y de convivencia. En otras palabras, al defender que Israel tiene derecho a un Estado, así con mayúsculas, de cultura, etnia y organización uniformes, argumentando que esa es la única manera justa de que vivan en paz, se está admitiendo, en el fondo, la incapacidad de concebir la convivencia humana sin mediación de Estado.
El recuerdo de la violencia sufrida obviamente es instintivamente más fuerte que el de las violencias perpetradas, y en este sentido la autocrítica alemana sobre el nazismo parece un sentimiento contaminado por el deseo ansioso de que no se repita exactamente la misma historia. Pero también parece sintomático que quienes mantienen el recuerdo de la violencia ejercida por el Estado alemán sean los mismos que critican su posicionamiento actual con respecto a Israel4. Así que, si estuviera en la posición de aconsejar a alguien que tenga dificultades para posicionarse ante este conflicto, le diría que mirase a cómo se posicionan otros que sufrieron experiencias similares. El colonialismo y el fascismo siempre se han dado las manos, y las atrocidades cometidas en la Alemania nazi quizás solo sean las más recordadas por el simple hecho de haber sido cometidas en el continente europeo5.
1. https://www.elsaltodiario.com/mapas/alemania-fracaso-memoria-historica
2. Algunos ejemplos en la siguiente cuenta de Instagram: https://www.instagram.com/archive_of_silence. El más reciente del que he tenido noticia es un caso curioso: el libanés-australiano Ghassan Hage ha sido despedido de su puesto como investigador invitado en el Instituto Max Planck de Antropología social. Según el propio investigador contaba en su blog personal el viernes pasado (8 de febrero), el hecho de que haya defendido las políticas del BDS en las redes sociales le pareció, a su empleador, que estaba equiparando el nazismo y el sionismo, lo que era incompatible con los valores del Instituto: http://hageba2a.blogspot.com/2024/02/statement-regarding-my-sacking-from-max.html
3. https://www.mdr.de/nachrichten/deutschland/gesellschaft/linke-subkultur-antisemitismus-anti-israel-thunberg-100~amp.html
4. Hablo aquí en concreto del posicionamiento de Namibia: https://www.elconfidencial.com/mundo/2024-01-16/alemania-defensa-israel-genocidio-gaza-namibia_3811907/ . Precisamente el caso de Namibia parece un ejemplo más de una forma estrictamente estatal de concepción del mundo: una de las mayores críticas al proceso de reparación de Alemania por el genocidio perpetrado allí a principios del siglo XX es el hecho de que toda la negociación se haya hecho estrictamente en el plano estatal, sin ningún diálogo directo con las víctimas: https://www.iwgia.org/es/noticias/4536-alemania-y-namibia-la-reparaci%C3%B3n-del-primer-genocidio-del-siglo-xx.html
5. Lo digo teniendo en mente la lectura del fascismo hecha por Aimé Cesaire. Véase un poco en https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/negritud-es-revuelta-aime-cesaire-hoy