27/01/2022

ABRAZOS ROTOS

Escrito por Inma Iglesias Guerra

Comienzo a escribir este artículo sin ser consciente de que hoy, día 21 de enero, es el Día Internacional del Abrazo. Me entero por las redes sociales, ya sabemos cuánto nos gusta hacernos eco de esas gilipolleces y poner una bonita frase de taza para decirle a todo el mundo (léase amigxs de Facebook y/o Instagram) lo necesario que es un abrazo y lo maravillosa que será nuestra vida si no escatimamos en ellos; aunque luego parezcamos playmóviles acartonados cuándo se nos presenta la ocasión. El abrazo de verdad implica un amor enorme, implica acogida, protección, implica acercarse, apoyarse y apoyar.

Partiendo de esta premisa, se me hace más urgente aún el tema que iba a tratar. Magalli es argentina de Rosario, con antepasados italianos, lo que la ha permitido obtener la nacionalidad italiana con relativa facilidad, y digo “relativa” porque ha tenido que pasar casi cuatro meses en Italia y pagar una cantidad de euros nada despreciable para que unos gestores la acompañaran en ese tránsito por la burocracia italiana. Pocas personas pueden permitirse entrar asi en Europa; con dinero de por medio es más fácil que alguien te abrace, aunque no sea de corazón. ¿ Pero qué pasa si no tienes ese dinero que te allana el camino?, nadie te va a dar un abrazo por muy 21 de enero que sea.

Con su recién estrenada nacionalidad italiana, Magalli llega a España, su idea es buscar un trabajo de cualquier cosa para arrancar y después ya centrarse en buscar algo de lo suyo. Ella es educadora, con una experiencia de más de dieciocho años en la municipalidad de Rosario trabajando con pibes en situación de calle. Osea, es funcionaria del ayuntamiento de Rosario y se ha cogido dos años de excedencia porque quiere probar suerte aquí. No es una mujer pobre, ni analfabeta, ni huye de nada ni de nadie (o quizás sí)…, pero eso da igual, debería tener todo el derecho del mundo a ir a donde quiera; como deberíamos tenerlo todas las personas. Magalli empieza a mandar curriculums, mejor dicho empieza a intentarlo, porque resulta que no puede optar a un trabajo aquí, por muy italiana/europea que sea, si no tiene el N.I.E. Para obtenerlo lo primero de todo es tener una promesa de trabajo; todo pura burocracia disuasoria porque esa promesa no tiene ninguna validez legal, pero implica que tienes que conocer a algún empresarix que te la haga y evidentemente no creo yo que muchxs inmigrantes conozcan empresarixs según llegan a su lugar de destino. Magalli tiene la suerte de tener amigxs que la pueden ayudar con eso.

Para quien no lo sepa el N.I.E. es el Número de Identidad de Extranjero, es decir, cuando tienes el N.I.E. es como si la madre patria te abrazara y te arrancara de la zozobra de la expulsión. Ahora ya puedes buscar un trabajo con todas las de la ley.

Pero obtener el NIE no es tarea fácil; aparte de la promesa laboral hay que pedir una cita que puede demorarse meses en las ciudades más grandes; por eso Magalli, que tiene la suerte de poder pagarse un billete de autobús, coge la cita en Burgos, que al ser una ciudad pequeña, tiene sitio mucho antes. Cuando Magalli llega a su cita, le dicen que tiene que pagar una tasa y cuando va al banco a pagarla le dicen que para pagar esa tasa necesita un NIE. Y esto no es una broma de las de cámara oculta, así que Magalli ha perdido el día y el dinero del viaje para nada.

Después de caer, llorar y volver a levantarse, Magalli logra pagar esa tasa con el NIE de un conocido, asi que ya puede volver a pedir cita y la pide otra vez en Burgos porque es donde antes le dan. Segundo intento, que tampoco saldrá bien; ahora resulta que le dicen que como su promesa laboral es en Bilbao no pueden hacérselo allí. Esto tendría su lógica si la primera vez ya se lo hubieran avisado, pero fue así, es más, le explicaron perfecta y amablemente todo lo que tenía que llevar. Así que Magalli vuelve a caerse, pero esta vez ya no llora, se levanta rápidamente e insiste, pero no hay forma, aunque le dicen que los fines de semana suelen abrir turnos de huecos que quedaron libres, que lo intente en Bilbao, que a lo mejor lo logra antes de lo que cree.

Quizás esas palabras solo eran de consuelo, pero ella el sábado a primerísima hora lo intenta y voilá!, consigue cita para ese mismo martes. Así las cosas, pasa dos días muy nerviosa sabiendo que posiblemente habrá más baches en el camino, y preparándose para la próxima caída, para no salir muy mal parada. Esta vez no hay bache, no hay caída y Magalli ya tiene su N.I.E. pero habrá otros baches en su camino, seguro, y se caerá y tendrá que volver a levantarse y ojalá tenga a alguien a su lado que la abrace aunque no sea 21 de enero.

Por desgracia hay muchas Magallis en el mundo y no todas tienen la suerte de saber el idioma del sitio al que llegan, de tener cultura, de tener ahorros, de tener una red que las sujete cuando caen y de tener quien las abrace para que no se sientan tan solas. No puedo imaginar lo que se tiene que sentir cuando nadie te quiere abrazar, en el sentido más amplio de la palabra, cuanto frío innecesario pasan tantas Magallis. VergÜEnza.

Open Arms (abre los brazos, es decir, abraza) ha salvado más de 60.000 vidas en el Mediterráneo, y sigue sumando…

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