11/10/2023

Sobre la Migración y el Derecho de Existir

Escrito por La Prima de Emma

Chile, el país donde nací, es el escenario de una profunda tristeza que me invade. El pueblo se desangra, y los recursos de esta tierra son devorados por los mismos de siempre. La abrumadora desigualdad que azota a mi país (y al mundo entero) se ha convertido en un fantasma que me persigue a diario.

Tomé la decisión de migrar a España, porque en mi lugar de origen no encontraba la plenitud que anhelaba. Reconozco que mi experiencia no es única, y que partí desde una posición de privilegio en comparación con la gran mayoría. Volé en avión, a través de una vía regular, sin poner en riesgo mi vida, como tantos otrxs que cruzan el océano en patera, la mayor parte del tiempo invisibilizados por los medios hegemónicos de comunicación.

Fotografía: Reuters

Nos llaman migrantes, y a menudo somos tratados como ciudadanxs de segunda categoría, estigmatizados como pobres, oscuros, miserables y violentos. En las oficinas de extranjería, enfrentamos una burocracia que se convierte en parte ineludible de nuestra vida cotidiana. Siempre estamos obligados a demostrar que merecemos "permanecer y existir".

Durante la pandemia, quedé sin documentos. Vivir en la ilegalidad resulta aterrador, constantemente amenazante. La clandestinidad también es una prisión invisible que nos priva de libertad. Durante tres años, no pude salir de España y me cortaron el acceso a mi cuenta bancaria, dejándome atrapada en una espiral de incertidumbre y miedo. Las dificultades que enfrentan mis compañerxs migrantes, que a menudo sufren aún más desventajas que yo, son difíciles de imaginar.

El país de nacimiento, el nivel socioeconómico y, por supuesto, el género son los principales factores que determinan la situación de bienestar de una persona. Ninguno de estos factores se elige voluntariamente; son meros frutos del azar. Por tanto, aquellxs que argumentan que "El/la que quiere, puede" deben entender que el discurso de la meritocracia carece de fundamento en este contexto (como en la mayoría de los casos).

El mundo construido por el ser humano es injusto, y en él la migración no es una casualidad, sino el resultado de la creciente desigualdad que beneficia a unos pocos que se enriquecen cada día más mientras sumergen en la miseria al resto de la humanidad.

No creo en la patria, tampoco creo en un dios todopoderoso, ni menos en la vida eterna.

No creo en la idea de una patria, la tierra es una sola, y fue el ser humano quien la dividió.

No creo en un Dios todopoderoso, y si tal existiera, sería un ser despreciable que no hace nada frente a tanta miseria teniendo el poder de corregirlo todo de una vez por todas. Por tanto, la responsabilidad de hacer justicia recae en nosotrxs mismxs.

No creo en otra vida ni en otra oportunidad. El momento de actuar es ahora, el presente. Y cada día me hago más sensible a este olor putrefacto de la miseria humana, que me resulta insoportable y pide a gritos ayuda, por lo que creo que debemos movilizarnos y actuar para cambiar esta realidad desoladora.

Todxs tenemos derecho a una vida digna. El mundo no pertenece a nadie, no tiene dueño, y la tierra tampoco. Compartamos los recursos y ayudémonos mutuamente. La migración ha existido siempre y seguirá existiendo. ¡Justicia y equidad! Aquí nadie sobra, ¡todo es de todxs!"