11/03/2023

Lluvia en los zapatos

Escrito por Josecrust

Escrito por Josecrust.

 

Muchas veces pienso en la soledad que como asalariados/as vivimos en nuestras vidas que tienen como eje el trabajo.

Quizás sea como aquella suerte del corredor de fondo que vence sus resistencias físicas en la más absoluta soledad, entre sudores y respiraciones medidas.

Por un lado, esta lo que yo llamo “El túnel mecánico”, que no otra cosa que hacer algo repetitivamente sin parar, algo tedioso, mecánico y alargada en el tiempo. Y tienes que hacerlo porque ese es el trabajo, y si no, no sale la faena.

Es como una visión-tunel.

Ese trabajo mecánico lo cubrimos todos y todas generalmente en soledad.

La única que te acompaña es tu mente, que ya te estará avisando de que es lo siguiente que tendrás que hacer mecanica y automaticamente para seguir haciendo tu trabajo.

Eso es el trabajo asalariado o más bien la base del fordismo o la alienación de Marx, pero tranquilos y tranquilas que hoy el artículo no va de grandes retóricas, extrañas definiciones o ensayos históricos.

Hoy va de ti y de mi, y sobretodo del uno mismo imbuido en la maquinaria.

Por otra parte, tenemos ciertos momentos donde no es trabajo ni es ocio.

Donde tienes que ir o estas llegando.

A una cosa o a otra.

Y todo eso sin contar con las redes sociales que se ocupan que no dejemos ni un milimetro de nuestra existencia al azar. A pesar de este sistema cada vez m´s individualista seguimos buscando lo colectivo, familiar, gremial...lo societario.

En esos casos, también estamos solos ante la maquinaria.

El reloj pasa despacio ante tus cansados ojos.

La lluvia cae en el andén y tus zapatos las gotas en tu insignificante inmensidad.

Repasas las tareas que faltan por hacer o contemplas si el regalo que has hecho a tu amigo/a o pareja ha sido el acertado.

Mueves mecánicamente la tarjeta del transporte público y te condensas en ese amalgama de desconocidos.

Una vez más en la maquinaria.

Esperas a tus amigos/as en una terraza para poder desahogarte y hablar una vez más de trabajo.

Los/as asalaraiados/as ya sabemos que los problemas no son nada nuevo.

Acabas de echar curriculums en un polígono industrial donde parece Siberia.

Esperas en la cola haciendo un trámite burocrático interminable.

Buscas una pieza que falta para un marrón de casa que no te deja dormir.

Das vueltas por la ciudad de una misión a otra.

El corredor de fondo.

La escaladora del Everest eterno.

El anochecer en una estación random esperando, pensando en que hacer de cenar.

Ahí es cuando estás a merced de ti mismo/a.

Ahí es cuando estás contigo mismo/a.

Cuidado, porque los pensamientos también pueden ser mecánicos, sin filtro, y ahí tus zapatos se pueden llenar de barro.

Es impresionante porque a veces no somos conscientes de la futilidad de la vida humana.

¿Qué nos hemos creído?

El homo sapiens, nosotros/as aparecimos hace unos 300.000 años, la protoestructura estatal nación en Sumer hace casi 8000 años, cerca del 5000 A.C.

Nuestra civilización grecolatina está fechada hacia el siglo VIII A.C.

Pero existe el tiempo humano y existe el tiempo estelar, a no ser que los nuevos avances científicos en cuanto a física cuántica digan lo contrario, y en todo caso en esta dimensión que compartimos.

En el tiempo estelar somos insignificantes tal y como somos yendo a trabajar en un tren de cercanías.

La vida en la Tierra ha tenido mucha fases y un montón de extinciones masivas, y es que la Tierra tiene unos 4500 millones de años, así que solo somos un punto en su historia, y seguramente también nos extinguiremos.

Así que, ¿que hacemos con nuestros minutos de soledad?

Nada.

No podemos hacer nada.

Sin embargo, si podríamos hacer algo para que el mundo sea un lugar más agradable en este pequeño punto de tiempo que nos ha tocado como especie en la larga vida de las estrellas.

Y en eso estamos, compañeros/as.