08/05/2012

Lenguaje y hostias

Escrito por Enrique Hoz

Al PP, pandilla de neofranquistas reciclados, hay que agradecerle su gran contribución a la evolución del lenguaje. Al hablar de lenguaje, oral o escrito, me refiero a ese encadenamiento de palabras desarrollado por el ser humano. Es un sistema de comunicación bastante más especializado que los de otras especies animales y nos proporciona la facilidad de poder mantener una conversación hablando de lo mismo pero con distintas palabras. Esto nos puede llevar, como sucede en numerosas ocasiones, a malentendidos y más de una vez habremos vivido situaciones en las que le tenemos que plantear a nuestro interlocutor si estamos hablando del mismo tema. A estas alturas de la vida ya se habrá instalado en el subconsciente colectivo el carcelero de siempre transformado en funcionario de prisiones, o la muerte de civiles por los humanitarios bombazos de la OTAN como daños colaterales.

Para qué hacer una encendida crítica a la congelación salarial si con una lánguida frase como “mejorar la competitividad” otros le quitarán hierro al asunto.

Para qué criticar esta época de recesión si soltando una de “tasa negativa de crecimiento económico” las cabezas bienpensantes continuarán sin hacerse comprender pero van a quedar con su nivel de tecnicismos por las nubes.

Para qué subirte por las paredes por culpa del copago si sus impulsores lo suavizan con un sencillo “ticket moderador”.

Para qué escandalizarte por el abaratamiento del despido cuando en realidad te lo puedes tomar como unas clases de gimnasia en la fábrica por aquello de “flexibilizar el mercado laboral”.

Para qué seguir utilizando ese vocablo obsoleto de Patronal si en realidad estos impulsores de la economía preocupados por el bienestar de la clase trabajadora no son más que unos humildes y sacrificados “emprendedores”.

Para qué se te ocurre despotricar contra las rebajas fiscales, que casualmente benefician a las clases más favorecidas, si no son más que unas inocentes iniciativas de “ayudas a los ahorradores”.

Para qué tirarse de los pelos viendo cómo el dinero público es trasvasado a la Banca si se trata de algo tan sencillo, lo que sucede es que no lo ves porque te ciega la ira, de “facilitar la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras”.

Para qué echar espuma por la boca bramando contra la subida de impuesto, si en realidad, escuchando con atención a sus patrocinadores, te habrías percatado de que tu malestar es exagerado ante un inocuo “recargo temporal de solidaridad”.

Qué gran arma el lenguaje, utilizándolo para cubrir de sencillez una deriva totalitaria.

Como es sabido, los PePeros están preparando un borrador para la futura reforma del Código Penal con la que se pretende imputar un delito de “pertenencia a organización criminal” a quien convoque, a través de cualquier medio, movilizaciones que “alteren gravemente el orden público”. Con toda seguridad, su concepto de orden público y el mío no van por la misma senda. Siguiendo con el anuncio del borrador, el Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, denunció la existencia de una “espiral de violencia (…) que se está generalizando y que según nuestro punto de vista no tiene en estos momentos una respuesta adecuada desde el orden jurídico”. Continuando con su oda a la represión, se pretende incluir como delito de “atentado a la autoridad” incluso la resistencia pasiva. Qué difícil es acertar con esta gente… Si haces, porque haces… Si no haces, también.

Ahora bien, el colega Jorge lo ha bordado con una elegancia superlativa, sólo al alcance del homo engorilao, cuando ha soltado la perla de “creemos que hay que robustecer la autoridad legítima de quien legítimamente tiene la exclusividad del uso de la fuerza”. Hay que aplaudir y hacer la ola ante esta manera tan profesionalmente política de proclamar “aquí las hostias sólo las repartimos nosotros”. Dicho así queda feo, parece hasta violento, pero adornado con las sabias palabras del Ministro te queda un cuerpo mucho más relajado, como si estuvieses deseando que te rompan la cara, con toda legitimidad, ahí es nada. Que te zumbe un cualquiera que no está legitimado puede resultar humillante, hasta corres el riesgo de que te miren mal en el barrio. Ahora que, como te sacuda uno de esos de autoridad legítima, el prestigio adquirido no tiene límite… legítimo, claro, legítimo. Ya se sabe, la mayor de las sandeces, dependiendo del evolutivo lenguaje, muta a la más hermosa de las metáforas.

En definitiva, es la maquinaria represiva del Estado que busca someter toda relación social a la lógica del Capital que, no hay que olvidar, tiene su motor de funcionamiento en la lógica de la guerra permanente, sea fuera o dentro de las fronteras. Los recortes en materias sociales de la ciudadanía (educación sanidad, trabajo, prestaciones sociales, etc.) no afectan a las materias relacionadas con la maquinaria de violencia estatal (gasto militar, policial, penal, etc.).

Imagino el subidón que le habrá dado al Consejero de Interior del Gobierno Vasco, el inefable Rodolfo Ares, y a sus mercenarios de la Txalaina (un pelín tensos a raíz de su interpretación de la utilización legítima del uso de la fuerza que ha tenido como consecuencia la muerte de Iñigo Cabacas), al escuchar las palabras del Ministro de Interior. Lo mismo les da por agradecérselo con unas salvas de pelotas de goma, porque estos son así de lumbreras. Ahora que, de hacerlo de esta manera, que disparen a dar directamente a la muchedumbre, nada de tonterías de tiritos al aire o al suelo, que no traen más que inconvenientes. Maldita la gracia que te puede hacer que una pelota de goma disparada al aire, tras describir una perfecta parábola, vaya a depositarse en tu rebosante katxi de kalimotxo pringándote toda la ropa, con lo jodido que es quitar las manchas de vino. Y si va disparada al suelo se corre el riesgo de que impacte en uno de esos zurullos que pueblan las aceras, las calles, las zonas verdes, salpicando a todos aquellos que estén a su alrededor… qué desagradable.

Así que ya sabéis mercenarios de la Txalaina, disparad a dar, prioridad en la cabeza, por supuesto, que para eso detentáis la legitimidad y exclusividad de la violencia, y no os preocupéis por las consecuencias. Ya se encargará la Consejería de Interior del diseño de la versión oficial.