17/06/2022

La historia también se construye al otro lado del atlántico

Escrito por Raquel R. Sirotti

No hace falta ser historiador, o ni siquiera un aficionado a la historia, para saber que 1917 fue un año turbulento. Lo que en general se aprende en el cole es que este fue el año en el que una guerra mundial alcanzó su punto álgido y en el que tuvo lugar una revolución que cambiaría el curso de la humanidad. La educación y la posición política de uno determina si la información más importante es sobre la guerra o sobre la revolución.

Con independencia de si es una o la otra, la cuestión es que estos eventos no sólo extrapolaron el ámbito de los territorios en los que ocurrieron, afectando la vida de miles de personas a nivel mundial, sino también que oscurecen nuestro conocimiento sobre eventos periféricos que fueron igualmente importantes y determinantes para la historia mundial.

Al otro lado del Atlántico, en Brasil, el año de 1917 fue el de una de las mayores huelgas generales de la historia del país. Encabezada por los trabajadores del Cotonificio Crespi, una fábrica textil ubicada en el barrio de Mooca, en las afueras de la ciudad de São Paulo, la huelga comenzó en junio de 1917 y pronto atrajo a trabajadores de otras fábricas y sectores productivos. En pocos días, el movimiento llegaría también a pueblos y ciudades de la región metropolitana de São Paulo y se extendería hasta Río de Janeiro, la Capital Federal, convirtiéndose en una de las mayores acciones de protesta industrial de la historia brasileña.

La historia de esta huelga es compleja, duradera y llena de personajes y situaciones que no deben nada a las que aparecen en las películas de Hollywood sobre la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Pero quizás una de sus facetas más interesantes tiene que ver con el derecho – o, mejor dicho, con la manera cómo las leyes y los tribunales respondían a acciones de protesta sindical en una sociedad profundamente desigual, conservadora y multiétnica.

Antes de seguir desarrollando este argumento, es importante saber que a principios del siglo XX la inmensa mayoría de los trabajadores de las fábricas de Brasil eran extranjeros (en su gran mayoría italianos o españoles). Como Brasil fue uno de los últimos lugares del mundo en abolir legalmente la esclavitud (1888), el país intensificó el incentivo a la inmigración europea como forma de sustituir la mano de obra esclava y blanquear la población a partir de finales del siglo XIX. Sin embargo, lo que parecía ser algo positivo acabó generando aún más tensiones y conflictos sociales. Desde los primeros flujos masivos de inmigración, los extranjeros que llegaban a Brasil, especialmente los que se instalaban en los grandes centros urbanos y encontraban trabajo en alguna de las muchas fábricas que empezaban a consolidarse, empezaron a ser vistos como amenazas potenciales. Pero, ¿cómo es posible que la solución al problema de las reminiscencias de la esclavitud se haya convertido tan rápidamente en un problema nuevo?

La circulación de noticias sobre la intensa propagación de ideas anarquistas y socialistas en Italia y España, y sobre cómo esta propagación en muchos casos iba acompañada de huelgas, atentados y otros tipos de conflictos con las autoridades estatales, hizo que los legisladores y juristas brasileños iniciaran una verdadera cruzada contra los extranjeros en Brasil nada más su llegada. Y por esta misma razón el derecho se convirtió en un elemento especialmente destacable en el contexto de la huelga de 1917.

Como buena parte de los trabajadores implicados en la huelga eran extranjeros, ella motivó un endurecimiento aún mayor en las leyes de expulsión de extranjeros, en la vigilancia de los inmigrantes y en la criminalización de los actos relacionados con la protesta sindical. Todo eso culminó pocos años después, en 1921, en la promulgación de la ley de represión del anarquismo, que acabó convirtiéndose en uno de los principales instrumentos de criminalización y control social de los militantes y dirigentes sindicales extranjeros en Brasil.

Aunque la historia de la huelga general de 1917 no sea conocida fuera de Brasil, contiene informaciones que son (o al menos deberían ser) de interés transnacional. Tal vez nunca se la enseñe, como la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, a los niños y niñas en los colegios de Shanghai, Manila, Roma, Buenos Aires y Lagos; quizás nunca inspire el argumento de una película famosa; pero es en sí misma un buen ejemplo de cómo se construye la historia: a través de las luchas diarias de múltiples actores en diversas partes del mundo.

Si quieres escuchar un poco más sobre el tema, puedes escucharle a Raquel Sirotti aquí: https://www.youtube.com/watch?v=t9yXnmmfoOc