24/02/2025

Euskera incardinado

Escrito por Kami Casi

Este mes estoy pasando unos días de inmersión en el euskera. Se lo comenté a un conocido y me contó que la palabra “Barnetegi” siempre le ha parecido dura, porque le remite a la idea de encerrarse, y de cierta manera aislarse, para trabajar el idioma. A él le parece que más bien debería entenderse como un lugar en el que, en cierta medida, se disfruta aprendiendo. Desde mi experiencia actual, yo diría que estoy de acuerdo, ya que que estoy disfrutando mucho no solo de las clases, sino también de las actividades, el entorno y la compañía.

Pero es precisamente de las compañeras de donde puedo entender la dureza de la palabra. Nuestro euskera arrastrado, lleno de fallos, nos guía por conversaciones a diez por hora que, aún así, nos permiten contarnos un poco de nuestra vida. Y aquí hay un poco de todo. Uno está aprendiendo euskera porque se ha prejubilado y tiene tiempo para dedicarse a sus aficiones. En su día, aprendió inglés porque para su sector de trabajo era importante, y de hecho no le ha ido nada mal – así está, prejubilado con unos 30 años de vida por delante. Un par de trabajadoras del sector sanitario en Navarra lo estudian por gusto, ya que tienen sus plazas aseguradas y un horario de trabajo que les permite dedicarse al euskera con relativa tranquilidad. Un par de franceses muy jóvenes tienen tiempo y dinero disponible para estar el año entero dedicándose solo al aprendizaje. Empezaron hace un par de meses y ya son los mejores de nuestra clase de nivel intermedio. Según cuentan, les servirá para dedicarse al trabajo que esperan tener “Iparraldean”.

La mayoría, sin embargo, tiene objetivos mucho menos románticos. Trabajadoras y trabajadores de diversos sectores públicos, a los que han accedido por listas, por supuesto encargándose de las peores jornadas de trabajo, con peores condiciones, y sin ninguna estabilidad. Trabajadores de ETTs que quieren dejar de trabajar para subcontratas y acceder directamente a la institución pública para la que ya, indirectamente, trabajan. Auxiliares de enfermería que se han dejado la espalda en el trabajo y quieren cambiar de sector… Hay de todo. Y para estas personas, aunque sea importante saber y entender el euskera y su cultura, aunque a todas les gustaría poder comunicarse en los dos idiomas del lugar en el que viven, lo que más pesa a la hora de aprender euskera es la esperanza de tener mejores condiciones de trabajo. Y para ello, como en la carrera eterna a la que son sometidas todas las trabajadoras precarias, están sacrificando tiempo, dinero, y bienestar. La auxiliar de enfermería está aprovechando la baja laboral para estar aquí. Yo, como otros cinco o seis, estamos utilizando nuestras únicas vacaciones anuales para ello. Los de las listas, aprovechando que se les ha acabado algún contrato temporal y no les han llamado para otro. 

Durante una de nuestras mintza-prácticas, una profesora nos hizo ver que entendía las dificultades de los desafortunados del segundo grupo. Según decía, el aprendizaje del euskera por supuesto supone un esfuerzo intelectual, pero no debería suponer también uno económico. Al final, aunque se disfruta aprendiendo un idioma tan bonito y cercano como el euskera, los del segundo grupo tenemos otras mil preocupaciones en nuestras cabezas, que además ya no son tan jóvenes como las de los afortunados iparraldekoak de nuestra clase. Nosotras, aunque necesitamos incardinarnos (barne egin) en el euskera, no lo tenemos tan fácil como quienes pueden (¡y qué bien que lo puedan!) formar parte (barne izan) de él, tranquilamente y sin presión. 

Sindicato que promueve el anarcosindicalismo, la acción directa y la solidaridad entre la clase trabajadora.

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