23/11/2020

El señorío de la incultura

Escrito por Soni

Soy de Uribarri, un barrio bilbaíno en la ladera de Artxanda, tras el Ayuntamiento de Bilbao, y aunque llevo más de 40 años alejado de allí, cuando me preguntan de dónde soy, sigo respondiendo, orgulloso, que de Uribarri.

Aunque ahora, como toda la ciudad, está muy cambiado, nada que ver con el barrio en el que me crie, un barrio joven y obrero.

Me tocó mal formarme en el Colegio Nacional Uribarri. Nunca tuve maestros, todos eran excombatientes, mutilados de guerra o ex alféreces provisionales del bando vencedor en la guerra civil, claro, y su misión,  la de todas las escuelas nacional-católicas de aquel momento, caracterizadas por el integrismo desde el punto de vista religioso, la autoridad, la jerarquía y el patriotismo, hacer de nosotros y nosotras buenos y buenas ciudadanos y ciudadanas, obedientes y adeptos al régimen. Que decir tiene que les salió el tiro por la culata, conmigo, y con la casi totalidad de mis compañeros y compañeras.

La mayoría de la gente del barrio eran emigrantes que trabajaban en las fábricas de la zona, Echevarría o Aceros HEVA, que eran la misma, Fundiciones Ituarte, luego VALFISA, la imprenta Grijelmo, en los cientos de pequeños talleres y comercios que había en el barrio, y también, en la construcción, el taxi, los ferrocarriles, mil y un oficios con tal de sobrevivir, y todas en el barrio, junto a las viviendas…

Estos si fueron nuestros instructores, aceptando a regañadientes las imposiciones de la dictadura, hablando por lo bajines, que pronto aprendieron nuestros oídos a “captar” lo que no decían, humillados y perseguidos, aun sin hacer nada, por la “omnipresente” y todo poderosa policía armada, a la que a su manera, confrontaban, y, la más de las veces, burlaban.

Aunque, aquellos, los “maestros” nacionales, con lo de que la letra con sangre entra, nos hicieron temer hasta temblar, con el Cara al Sol, el Himno Nacional, la marcha de Oriamendi…, las que mascullaban nuestros vecinos, la internacional, el Himno Riego, Bella Ciao, Eusko Gudariak…, las oíamos menos  y mal, pero las aprendimos deprisa, con 14 años, incluso intentamos un momento de rebeldía, en el patio de la escuela, la Campa de Uribarri, queriendo sustituir el Himno Nacional por la Internacional, que decir tiene que nos pudo el miedo, y quedo en eso, un breve farfullo, apagado antes de que nadie lo entendiera.

Vecinos como David Morín, Arana, Pako, Koldo, Amaia, Arantxa, Marilys y cientos de militantes, con o sin carnet, anónimos, pero activistas todos, nos enseñaron que solo con la lucha y la solidaridad podíamos obtener mejoras, y a más lucha y más apoyo mutuo, más mejoras.

La imagen, en uno de los últimos años del franquismo, sin poder precisar en cual, de los trabajadores de Echevarría, saliendo en columna, codo con codo, de la fábrica y avanzando por la avenida de Zumalakarregi, hacia el ayuntamiento, haciendo retroceder a la policía armada, que no sabían dónde meterse, la tengo grabada a fuego en mis pupilas. Un poderoso y combativo frente obrero, invencible y capaz de todo. No importa que luego, en el Arenal, la policía los cercara, vapuleara y dispersara, no importa la desorganización, el miedo y el sálvese quien pueda que impero luego. La imagen de la marcha, de la sensación de triunfo vivida, me acompañará hasta el final de mis días.

Y a qué viene este ejercicio de nostalgia. A que estamos en noviembre, y vence la melancolía. A que hablo de Durruti, muerto el 20 de Noviembre de 1936, al igual que Tostoi, el 20 de noviembre de 1910, o Santi Brouard, el 20 de noviembre de 1984, o de Josu Muguruza, el 20 de noviembre de 1989, que día más fatídico, aunque también nos trajera la alegría de las muertes de José Antonio Primo de Rivera, y del asesino fascista, Franco, y a mis concurrentes, un grupito de jóvenes de instituto que están “haciendo” un trabajo,  no les suenan de nada, ni los unos, ni los otros. Son jóvenes, pero no lo entiendo. Les explico quienes fueron, qué hicieron, su popularidad, y veo en sus caras, desinterés, aburrimiento, indolencia…

Y vuelvo a mi barrio, Uribarri, y me veo luchando con mis vecinas y vecinos, siendo un crio y aún en la escuela, por el aumento de los salarios, por el derecho al empleo, a una vivienda digna, a una educación libre, a una sanidad para todos y todas… Y creo que estos problemas son, también, muy de hoy, y, aunque sigue habiendo luchas, aunque nos seguimos movilizando, a veces pienso que solo los mismos y las mismas que nos movilizábamos antaño,…

Me parece que, a las y los jóvenes de hoy, ya no les interesa la lucha, el esfuerzo. Que lo quieren todo hecho, y se conforman con lo que les dan, pan y circo y da igual cómo. Que  las jóvenes y los jóvenes ya no buscan sus referentes entre sus iguales, entre sus vecinas y vecinos, no.

Ahora sus héroes son vividores que jamás han dado un palo al agua, analfabetos que se enorgullecen de serlo. Personas egoístas e insolidarias, que solo piensan en sí mismos, y que mayoritariamente repiten el mantra oficial. Contentos con el sistema, y anticomunistas acérrimos, “a mí me roba el gobierno o el PP, pero no me roba un desharrapado comunista”, escriben libros, con éxito, pese a confesar no haber leído nunca ninguno, y son Influencers, modelos, escritores, blogueros…. Viven, y vivirán, del sudor del de enfrente, y lo malo, que los de enfrente, trabajaran por migajas, sin derechos, jornadas interminables, y, al llegar a sus domicilios, pondrán la tele, abrirán el ordenador, el móvil, o lo que sea, y seguirán envidiando esas vidas frívolas, vacías, inútiles, de esos mierdas, o de esas mierdas, que han elegido como modelos.

Y las televisiones, y la prensa, que bien y con qué éxito han sustituido a aquellos “maestros y maestras” divulgadores del franquismo, seguirán ofreciendo programas que ayuden a no leer, a no entender. A llevar una vida superficial, elemental  y primaria. Que facilite al sistema buenos súbditos, sumisos, obedientes y dependientes. Aunque ellos y ellas no se vean así.

No sé dónde nos perdimos, cuándo nos volvieron a vencer, pero quizás el que dejáramos que desaparecieran las “letras” del currículum académico, primero las lenguas muertas, latín y griego, luego la lengua, la literatura, la historia, y, ahora, la filosofía, tenga mucho que ver en ello.

Tal vez sea tarde para revertir esta situación, ojalá no, pero si no empezamos a pelearla, a dar a la cultura el espacio y el papel que le corresponde, a recuperar la actividad de ateneos, bibliotecas, escuelas libres, universidades populares,…, a combatir de nuevo ese analfabetismo de quienes, sabiendo leer y escribir no ejercen, nos veremos avocados a un futuro vacío, alineado, donde los ricos y poderosos nos seguirán teniendo dominados, y, encima, la mayoría, será incapaz de velo.