25/05/2021

Bajo el asfalto esta "La Chanson"

Escrito por Josecrust

La chanson tiene origen medieval, pero no nos iremos tan atrás.

La chanson política tiene en el país galo un referente incontestable.

Ya en la revolución francesa, donde literalmente cayeron las cabezas de los monarcas, se estableció “La marsellesa” como himno de la nueva república.

Durante la comuna de 1871, como no podía ser de otra manera, también encontramos himnos de la chanson como por ejemplo “Le temps des cerises” que popularizaron después todas las estrellas de la chanson más conocida, desde Yves Montand a la polémica banda contemporánea de rock, Noir Desir. La canción está dedicada a una enfermera muerta en la última barricada de la Comuna de París, cuando ya están siendo alcanzados/as los últimos comunnards, según relata la anarquista Louise Michel en sus memorias sobre lo acontecido allí.

Pero no solo salió ese himno de la Comuna, en 1871, Eugéne Pottier, en sus cantos revolucionarios, ya incluye la letra de “La internacional”, que será posteriormente musicada y se convertirá en el símbolo del movimiento obrero internacional.

De la comuna también será testigo el poeta maldito Rimbaud. Él decía que había que cambiar la vida, Marx que había que transformar el mundo.

Así que, como vemos, la chanson no nace así porque si, sino que esto venía de los anhelos de los bajos fondos de una urbe que había hecho una revolución antimonárquica y había intentando una insurrección socialista con su posterior represión, una ciudad que había tenido un florecimiento cultural incrustado en sus esquinas, así como una crisis total tras dos guerras que lo devastaron todo.

Si no entendemos esto, no podemos entender a Edith Piaf y toda su destrucción, pero también todo su amor. Tampoco podemos separar todo esto de la bohemia, desgajada de la enclaustrada sociedad ya desde el siglo XIX.

La móme, el gorrión de París.


Edith Piaf, quizás el símbolo por antonomasia de la chanson, nació en 1915 en la rue , debajo de una farola sobre el nº 72 de la calle de Belleville. Fue alimentada sus primeros años con vino en vez de leche y criada en un burdel de Normandía por las mismas prostitutas. A los 14 años ya vive por su cuenta en los suburbios de París. Una auténtica superviviente.

Comienza a grabar discos en 1936, y durante la ocupación nazi protege a artistas judíos y ayuda a escapar a prisioneros. Tras la guerra, descubre a Yves Montand, pero acaba adicta a la morfina, y mientras también descubre a Georges Moustaki. Morirá destruida y su sepelio en el cementerio de Pére Lachaisse será un acontecimiento internacional.


La resistencia.


La resistencia francesa también tenía sus cantos, como el popularizado por Yves Montand, el “Chant des partisans”, el cual llegó a ser la sintonía de apertura de Radio Londres. Montand, convencido marxista hasta los sucesos de Hungría de 1956, fue también actor fetiche del genial y combativo Costa-Gavras y amigo de Jorge Semprún. En sus últimos años su postura viró hacia el conservadurismo.

Pero vayamos a la resistencia francesa, la cual ha estado quizás más endiosada de lo que debiera, debido a la propaganda en libros y películas , que los gobiernos gaullistas usaron sin pudor para realzar el fervor patriótico tras la debacle de la ocupación alemana.

La resistencia no estuvo exenta de polémicas. Por un lado, estaban los derechistas patriotas de De Gaulle y por otro , los comunistas del PCF, entre los cuales llegó a haber tiros y delaciones al enemigo, incluso. Además, tampoco fue tan masiva como la historiografía gaullista ha afirmado. También se ha pasado por alto los miles de combatientes “rojos” españoles o los judíos polacos y rumanos, además de por supuesto, las mujeres. Y claro, también hubo libertarios, muchos ibéricos, no olvidemos que se editaba en Toulouse el diario Solidaridad Obrera en 1944.

En cuanto a resistencia musical, no podemos olvidarnos de los zazous, fiestas clandestinas llenas de gente con ropa inglesa muy ancha bailando frenéticamente jazz norteamericano. Su correspondencia fueron los chicos del Swing alemanes. Los zazous, una verdadera tribu urbana ,fueron perseguidos y criminalizados tanto por los nazis como por las autoridades de Vichy.

No podemos olvidar que la siguiente generación de chansonniers sufrió también persecución durante la guerra. Juliette Grecco, por ejemplo, fue llevada con 16 años a un campo de prisioneros alemán y Georges Brassens, que ya era anarquista, huyó de la Alemania nazi para esconderse en Francia, donde todo parecía más relajado. Y en cierta manera lo fue, ya que se relajaron más las medidas en París, a no ser que fueras judío o comunista. De hecho, para las tropas alemanas, el destino de París era como unas vacaciones, comparado con el temible frente del este.


Chanson engagé.


Ya en los cincuenta, mientras los existencialistas desfilaban por Montmartre, comienza a surgir una generación que apretujará la chanson y le dará un giro a la izquierda, prolongándose hasta el estallido de mayo del 68. Y algunos lo llevarán como insignia hasta el final, como Dominique Grange.

Grange, que había comenzado en el aséptico mundo de la canción ligera francesa siendo muy joven viró hacia posiciones políticas de la extrema izquierda, aunque comenzó en movimientos libertarios cambió hacia el maoísmo, de hecho, llegó a sacar un combativo LP titulado “Notre longue marche”(nuestra larga marcha) en clara alusión al ejercito popular chino y su larga marcha.

Sin embargo, volvió a cambiar a posicionamientos libertarios en el año 2000, militando en la CNT francesa. La cantante sigue dando conciertos benéficos para los presos de Action directe o para librerias anarquistas como Le Jargon libre.

En 1945, Piaf anima a un jovencísimo Leo Ferré, “el último de los poetas malditos”, dos años después comenzará a frecuentar los ambientes libertarios del exilio español. Será uno de los grandes de la chanson, y dedicará no pocas letras al anarquismo, como “Ni Dieu, ni maître”(Ni dios, ni amo) o la conocida “Les anarchistes”. Su voz será de “obligada” escucha en Radio Libertaire.

Siempre ayudó de una u otra forma al movimiento libertario. Además, como buen poeta, musicó a los grandes poetas franceses como Rimbaud o Apollinaire. Quizás su disco más conocido se titulaba precisamente “Amor y anarquía”.

Otro de los grandes será George Brassens, el Astérix de la chanson. Éste, también libertario, destilaba más serenidad que Ferré, el cual se mostraba siempre más rabioso. Brassens era anarquista en la Alemania nazi, donde fue obligado a trabajar, por lo que tuvo que fugarse y se escondió en la Francia ocupada. Tras la liberación comenzó a escribir en el periódico Le libertaire y empezó a cantar en los cafés.

En 1955 su canción “Le gorille”, contra la pena de muerte es censurada y prohibida en las radios. Pero su canción más famosa será “La mauvaise reputation” llena de estrofas libertarias.

Pero si hay un chansonnier provocador ese va a ser Serge Gaingsbourg, el cual destila humor negro y dobles sentidos por todos lados, un enfant terrible hasta el final. Gainsbourg no era libertario: era más bien un “canalla”, que gustaba de escandalizar al público, toda vez que experimentaba con diferentes ritmos y sonidos.

En 1978, grabó una versión de “La marsellesa” con Rita Marley, con tintes reggae bastante sórdida, lo cual le valió recibir amenazas de muerte por parte de la extrema derecha francesa. Su canción más famosa, fue “Je t'aime...moi non plus” (Te amo...yo tampoco), la cual grabaría con su amante de entonces Brigitte Bardot, y en la cual incluía sonidos de un orgasmo femenino de la Bardot.

La canción fue censurada en varios países, y el video original (el cuál apareció en 1986) no tiene desperdicio: es fácil encontrarlo en Youtube, es un despliegue de Pop-art un tanto bizarro.

Un caso poco conocido es el de Serge Utgé-Royo, el cuál me descubrió el ensayista Corsino Vela a su paso por la ciudad, y que ha resultado una verdadera sorpresa. Hijo de catalanes exiliados tras la guerra, y el cual ha estado vinculado en todo momento con el movimiento libertario. Tiene una canción muy bonita sobre la makhnovtchina, aunque muchas de sus canciones, algunas en castellano, versan sobre el anarquismo.

Otra estrella del momento será Juliette Grecco, la madre de la cuál estuvo implicada en la Resistencia francesa, pero fue capturada y enviada junto a su hija, de 16 años, a un campo de prisioneros alemán. Tras la liberación, frecuentó los ambientes bohemios de Montmartre y a los existencialistas, fue precisamente Sartre, quién la animó a cantar, además mantuvo un affaire con Camus, no en vano la llamaron la “musa de los existencialistas”, siempre con su estilo de riguroso negro. También estuvo militando en las Juventudes Comunistas, siendo fiel a sus ideas, como cuando en 1981 dió un concierto en el Chile de Pinochet y exclusivamente cantó temas antimilitaristas. Interpretó canciones de Jacques Brel, Leo Ferré o Serge Gaingsbourg.

La lista de artistas se haría interminable, así que, estimado/a compañero/a, pasaré a nombrar algunos de los más representativos: el belga Jacques Brel, el griego Georges Moustaki, Guy Béart, Charles Aznavour, Charles Trenet y un largo etcétera.

La chanson francesa influenciaría al mundo entero y en los 60, casi que en cada país había un/a cantautor/a protesta como Paco Ibañez o Chicho Sanchez Ferlosio en el Estado, Silvio Rodriguez en Cuba, Lluis Llach en Catalunya, Mikel Laboa en Euskal herria, Mercedes Sosa o León Gieco en Argentina, Victor Jara en Chile, o el checoslovaco Karel Kryl, el cual adquiriría notoriedad tras la invasión soviética de Praga en el 68. En fin, una vez más, la lista sería interminable.

 
¿Arde París?


En fin , que siempre nos quedará París, o quizás Portugal, y por supuesto, Toulouse. Aunque nos quede París, también hay quién decía Hiroshima mon amour y había hasta quién decía, hagamos un Vietnam en cada ciudad.

Y París hoy, es una no-ciudad como cualquier no-lugar, convertida en un escaparate pasajero para turismos masivos insustanciales, donde se refleja y aflora la inconsisténcia de nuestras vidas.

En fin, que quizás haya trazado con toda la buena intención un amalgama de nostalgias no retornables. Quizás en estos tiempos de aislamiento colectivo, PANÓPTICO TOTAL que avanzára Foucault, quién quisiera viajar a la urbe subcultural por antonomasia...hay hasta guías turísticos para la nostálgica Gauche divine, pero eso sí, siempre hay taconazos bajo el asfalto, y si no, que se lo digan a la gente que pelea por la vida, allí en los Banlieues...