Escrito por Enrique Hoz.
Una semana antes del 23J me tocó escribir un artículo en esta Sección de Opinión y, claro, aprovechando el momento político dediqué mis palabras a esas elecciones que días después iban a celebrarse.
El resultado es de sobra conocido: participación del 70,40%; abstención del 29,60%; el PP no logró lo que esperaba; el PSOE sí logró lo que no se imaginaba; ambas formaciones, en su afán enfermizo por coronar a su candidato, necesitan pactar con sus oponentes políticos, por este motivo, desde el sacrosanto día de la llamada a las urnas las noticias sobre negociaciones, encubiertas o no, de cara a una investidura ocupan un lugar fijo en los medios de comunicación.
Ahora escribo a escasos dos días del Debate de Investidura en el que Alberto Núñez Feijóo, se supone, vivirá una experiencia fallida. Insisto, se supone, porque de similar manera a como fue aprobada la Reforma Laboral de Yolanda Díaz gracias a la torpeza de un parlamentario del PP en el instante preciso de apretar un botón tras la jugada trilera de dos sujetos de UPN, lo mismo pueden florecer sorpresas que, sin rubor de ningún tipo, muestren las miserias de la clase política con un nuevo acto de transfuguismo.
Así que, los dos grandes partidos cuya trayectoria no les diferencia en cuanto a la mierda que acumulan, llevan dos meses inmersos entre las descaradas llamadas al transfuguismo por parte del PP y el cierre de filas dentro del PSOE y sus posibles socios. Y eso que el PP y el PSOE son firmantes desde hace años de un pacto antitransfuguismo enfocado desde una perspectiva ética. De eso se trata, de ética política, asumiendo que tal expresión en el mundillo de la charlatanería profesional encaja más en la figura literaria conocida como oxímoron.
¿Qué nos espera? De momento, la sesión de investidura de esta próxima semana apunta, salvo campanada de última hora, hacia el fracaso para el dirigente del PP. De ser así, el líder del PSOE dispondría de dos meses para lograr reunir los apoyos necesarios. Si el cabecilla socialista tampoco sabe vender su moto, se disolverían las cámaras y se procedería a una repetición electoral que sería el domingo 14 de enero.
De seguir el circo esa hoja de ruta, vamos a extraer algo positivo como es recordar que la campaña electoral duraría una semana y no dos. El que no se consuela es porque no quiere.
Salga quien salga elegido estos días, dentro de unas semanas o en una nueva convocatoria electoral, como buen tonto útil o espabilado consciente al servicio de la Patronal y de la Banca, tendrá que seguir la senda ya marcada con los cambios disponibles de margen de maniobra que siempre se utilizan para señalar las diferencias con el oponente político sin, como no puede ser de otra forma, tocar los cimientos del sistema y, por consiguiente, la caterva de intocables que viven del cuento.
Y, como de costumbre, la Clase Trabajadora ejerciendo de sujeto pasivo que ni pincha ni corta asumiendo, en el mejor de los casos, un papel decorativo cual candelabro colocado en el lugar menos visible del salón.