Asisto alucinado, que no perplejo ya que la historia es vieja, aunque jamás pensé que se repetiría tan pronto, a la reproducción de las grabaciones del Comisario Villarejo con los supuestos periodistas, entre otras y otros, Inda y Ferreras, donde aun reconociendo la falsedad y burdo montaje que suponen, se comprometen a difundir noticias que perjudican a Podemos o algunos de sus dirigentes.
Que los media estén al servicio de los intereses de sus propietarios, no quita para que las y los periodistas honrados y profesionales que trabajan en ellos, intenten aportar un poquito de verdad y crítica a tanta propaganda que insertan. El problema, el verdadero problema, es la ya total ausencia de esas y esos profesionales, justos y honrados, de la casi totalidad de redacciones en este país.
El Viaje A Ninguna Parte. Fernando Fernán Gómez
Así asistimos a una difusión de una verdad, un relato, interesado y manipulado, que nos venden la realidad que los poderosos y sus perros quieren que creamos. Y una cada vez mayor capa de la población, no ve, escucha o tiene, otra verdad, otro relato, que los que las televisiones venden.
Esto es preocupante, y mucho.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos. Siglo XXI, 1989
“Pedro Algorta, abogado, me mostró el gordo expediente del asesinato de dos mujeres. El doble crimen había sido a cuchillo, a fines de 1982, en un suburbio de Montevideo.
La acusada, Alma Di Agosto, había confesado. Llevaba presa más de un año; y parecía condenada a pudrirse de por vida en la cárcel.
Según es costumbre, los policías la habían violado y la habían torturado. Al cabo de un mes de continuas palizas, le habían arrancado varias confesiones. Las confesiones de Alma Di Agosto no se parecían mucho entre sí, como si ella hubiera cometido el asesinato de muy diversas maneras. En cada confesión había personajes diferentes, pintorescos fantasmas sin nombre ni domicilio, porque la picana eléctrica convierte a cualquiera en fecundo novelista; y en todos los casos la autora demostraba tener la agilidad de una atleta olímpica, los músculos de una fuerzuda de feria y la destreza de una matadora profesional. Pero lo que más sorprendía era el lujo de detalles: en cada confesión, la acusada describía con precisión milimétrica ropas, gestos, escenarios, situaciones, objetos...
Alma Di Agosto era ciega.
Sus vecinos, que la conocían y la querían, estaban convencidos de que ella era culpable:
--¿Por qué? --preguntó el abogado.
--Porque lo dicen los diarios.
--Pero los diarios mienten --dijo el abogado.
--Es que también lo dice la radio --explicaron los vecinos--. ¡Y la tele!”
Lo hemos visto todas y todos, lo hemos sufrido. ¿Pagaran por ello? Hagan su apuesta.
Otro tema, de igual o mayor calado, porque aquí, ya no solo se acepta la manipulación y el chantaje, si no que se interioriza tanto que no es que no se quiera ver, es que no se ve.
Me refiero, entre otros, al conflicto en la fábrica de Mercedes- Benz Vitoria, donde la dirección, amparada por los sindicatos vende obreros de siempre, convoca un referéndum entre sus empleados, para decidir su futuro. Su director general, Emilio Titos, con la colaboración del Gobierno Vasco, y la casi totalidad de los media de Euskadi, desde luego, todos los de titularidad pública, ha advertido que la fábrica, "desde un presente fuerte, se juega su futuro", y no ha parado de presionar y meter miedo al personal con toda la fuerza que ha podido. Según ha afirmado, un rechazo al convenio no sería entendido por la multinacional alemana porque "es otra cultura". "Es una cultura de que, una vez que se ha firmado un acuerdo, es un acuerdo. No nos entienden", ha explicado. Además, ha advertido de que, se respalde o no el acuerdo, "no hay alternativa" porque "una vez cerrada y disuelta la mesa, no hay ningún margen de negociación". O lo que pedimos, o el cierre.
¿Se imaginan a esos mismos medios si esa misma presión se hubiera ejercido desde los sindicatos o desde las y los trabajadores?
Además, esa dicotomía es absolutamente falaz e interesada. Si las y los trabajadores se hubieran mostrado firmes, y no hubieran cedido a la tan enorme presión, estamos convencidos que no habría pasado nada. La dirección habría comprobado la fortaleza de su plantilla, y habría tenido que avenirse a sus reivindicaciones. A ver dónde iban a encontrar otros “paganinis” más serviles que los del Gobierno Vasco, con el dinero de todos, claro, y a estas alturas de la película, desmantelar una planta como la de Vitoria, ¿¿para llevarla a otro lugar??, eso no tendría precio.
Claro que, si el movimiento sindical que tenían enfrente hubiera estado unido, y hubiera sido un movimiento de confrontación continua, con las trabajadoras y trabajadores fajados en la lucha, también otro gallo nos habría cantado. Pero como el sindicalismo unitario, el de las elecciones sindicales y el de los comités de EMPRESA, lo que lleva es décadas inculcando la idea de consenso y colaboración, más o menos entreguista, pues de esos lodos…
Pero esas prácticas, la presión, el chantaje, la inculcación del miedo, no son nuevas, con más o menos intensidad, las utilizan siempre, lo que pasa, es que nos habíamos olvidado de ellas, y en la fase anterior a la pandemia, lo que repetíamos era aquello de “EL MIEDO VA A CAMBIAR DE BANDO”, la pandemia no solo paralizó aquellas fuerzas, nos aisló, individualizó y asustó más, si cabe.
Si tenemos que empezar de nuevo, hagámoslo bien, no repitamos errores, mostrémonos orgullosos de nuestra clase, evitemos fragmentarnos, y mostremos musculo, nuestra fuerza. Recuperemos referentes entre los nuestros, entre las nuestras. Y recordemos sus enseñanzas,
Buenaventura Durruti
«Somos nosotros los que hemos construido los palacios y las ciudades en España, América y en todo el mundo. Nosotros, los obreros, podemos construir nuevos palacios y ciudades para reemplazar a los destruidos. Nuevos y mejores. No tememos a las ruinas. Estamos destinados a heredar la tierra, de ello no cabe la más mínima duda.
Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y ese mundo está creciendo en este instante.»
Y a esta lucha, sin sectarismos, sin localismos, unidas y unidos, y, sobre todo con los objetivos, y con el enemigo muy claro, debemos dedicarnos, como militantes, como trabajadoras y como trabajadores.
A ello, y ya.