17/07/2021

¿Quién les plancha las camisas?

Escrito por Antonio Malcornado

Mira que es cansina la gente! Van pasando los años y no deja de sorprenderme que cada cierto tiempo vuelva a escuchar argumentos infantiles entre personas que se suponen adultas criticando que alguien gaste su dinero como le de la gana. Evidentemente la Clase Trabajadora muy a su pesar sigue siendo un caladero de peces de la discusión tabernaria más simplona que uno puede llegar a encontrar. Al fin y al cabo, uno de los pilares para que el Capitalismo funcione es que sigamos siendo imbéciles. Y vaya si lo consigue. Harto estoy de escuchar las tonterías de que si menganito que no tenía donde caerse muerto se ha comprado un chalet o lo que le ha dado la gana. Me resulta curioso la gravedad con la que se juzga a las gentes de izquierda, o progresista, o como lo quieras llamar. Cierto es que si la crítica girara en torno a si es un derroche, antiecológico, exagerado, inútil, etc. lo podría entender. Pero no, siempre es en torno a que nuestra clase social no puede permitirse ese tipo de caprichos. Y mira que entiendo que hay críticas más que razonables y argumentos sólidos que se pueden utilizar para despellejar con razón a nuestros supuestos salvadores o conquistadores de cielos. Pero claro, eso exige autocrítica y razonamientos que nos pueden dejar en una situación incómoda reconociendo que nos hemos vuelto a dejar engañar.

Y yo cuando veo estas cosas miro las imágenes de un montón de gentuza que pasa desapercibida, bien arregladita, aseadita, un pincel vamos. Y la sueltan y la cogemos al vuelo. Y lo que me pregunto es ¿quién les plancha las camisas? Porque yo soy incapaz de perdonar esos aires de superioridad que se dan.

Y en esta llego a la conclusión de que se me critica, hoy por el chalet, pero porque no me corresponde por la clase social a la que pertenezco. Mañana será que no tengo derecho a vestir ropa cara, limpia, cambiarme y asearme todos los días; qué me habré creído. Pero podríamos ir más lejos, nos dejan comer 3 veces al día y caliente! Y claro, es que nos venimos arriba. Porque hay algo que tenemos que tener claro, la clase afortunada piensa que “lo peor de los pobres es que no sepan estar en su sitio, qué se habrán creído, qué desfachatez.”

Y nuestro sitio según ellos no es nada agradable. Paro, precariedad, necesidad…,eso sí, con una sonrisa, que comemos todos los días y hay que ser agradecidos. Y lo peor de todo es que esa mentalidad de sirviente agradecido, cuelgacapas, de ser fiero con el pobre y servil con el poderoso, como clase trabajadora desunida y fragmentada que estamos, lo hemos asumido y sobre todo, lo perpetuamos, trasmitimos y extendemos.

E insisto, critico más a la gente que presuma de ir hecho un pincel y de tener la casa como los chorros del oro, pero que no ha tocado una plancha, una lavadora, el escobón, porque tiene a alguien haciéndolo por ella. Alguien de nuestra Clase Social. La Clase Trabajadora.

Y ahí voy yo. Qué demonios hacemos dándonos por el saco entre nosotros y nosotras por auténticas gilipolleces y no somos capaces de transmitir nuestro desprecio a los poderosos que nos quieren marcar lo que merecemos y lo que no. Es decir, imponernos sus límites, los que ellos quieren que tengamos. No les riamos las gracias. Ni soñar nos dejan.

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