23/01/2025

Lo mejor de cada casa

Escrito por Meltxor Guerrero

Lo mejor de cada casa. Cada vez que los veo, no puedo evitar pensarlo. Son lo mejor de cada casa. Y según el humor que tenga ese día, me dedico a echar pestes como un poseso o me da un ataque de risa que me deja sin aliento. Yo soy así, de extremos, la aurea mediocritas se la dejo para los romanos, cuyo saludo brazo en alto tan de moda está últimamente. De esta gente hay que reírse o aplastarla o, mejor, ambas cosas a la vez. Sin término medio, sin medias tintas.

En el inicio de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx escribe “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa” (ed. Digital de la Fundación Federico Engels, Madrid, 2003). Si el famoso prusiano estaba en lo cierto, vivimos en medio de una enorme farsa, aunque el carácter cómico que normalmente caracteriza a ésta se nos está tornando en unos tonos oscuros que exigen algo más que la sátira para combatirlos. Los plutócratas que rigen los destinos del mundo ya no sólo lo hacen mediante los serviciales títeres de siempre, ahora quieren algo más y han dado un paso al frente, se han quitado la máscara y se han puesto a los mandos sin intermediarios pero, conscientes de su poca gracia y atractivo, se han vestido de ropajes de colores y nos hacen bufonadas para que el trago no sea tan amargo. Pantaleón transmutado en Arlequín. Benditos ellos, que no dejan de pensar en nosotros y en nuestro bienestar.

Contemplando a esta banda de majaderos y a sus lúgubres sicarios, uno se pregunta si son reales o una mera recreación de esa ubicua inteligencia artificial de la que tanto se habla. ¿Son Trump, Musk, Milei, Abascal, Meloni, Putin y tantos y tantos otros, personajes reales o simples ectoplasmas expulsados por alguna mente enferma? Y si son así, ¿son realmente así? Repasemos un poco su pasado… Trump, el bufón mayor, master del universo, que se hizo famoso por un programa de televisión en el que gritaba como un poseso You’re fired! (¡Estás despedido!), acusado de múltiples cargos criminales en su pintoresca existencia, con un padre vinculado al Ku Klux Klan y un abuelo dueño de burdeles; Elon Musk, el hombre más rico del mundo mundial, hijo de otro hombre muy rico, ambos blancos y sudafricanos… no hacen falta más comentarios; Milei… ¿qué decir de Milei? Si una imagen vale más que mil palabras, la suya humillándose como un siervo ante Trump lo dice todo; Meloni, la esperanza blanca de los camisas negras (¡qué curiosa contradicción!), militante neofascista en su juventud y respetada estadista en la madurez con la camisa negra guardada y planchada en el armario; Abascal, famoso por su amor al trabajo, digno émulo de Alekséi Stajánov y nieto del alcalde fascista de Amurrio... Y así podríamos seguir ad nauseam. Vamos, como decíamos más arriba, lo mejor de cada casa.

Tal vez, en el fondo, todo sea más sencillo. Tal vez toda esta colección de mentecatos no sea más que la nueva máscara de un sistema que ha descubierto que, de nuevo, hay que cambiarlo todo para, de nuevo, dejarlo todo igual. Se han quitado la careta de la moderación y se han colocado la del extremismo, pero la bestia sigue ahí y ese monstruo de las mil caras es el mismo de siempre, el que se perpetúa a costa de los más débiles, el que reprime sin piedad a los que le hacen frente, el que extiende el odio contra el diferente como una mancha de aceite que todo lo impregna mientras nos entretiene con sus bufonadas para, al final, darnos a todos una patada en el culo. El problema es que la cuerda se va tensando y tensando cada vez más y no somos nosotros, precisamente, los que tiramos con más fuerza.

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