Llevamos tiempo denunciando todos los recortes que sufre, años tras años, el Servicio Vasco de Salud desde nuestra organización sindical. El personal sanitario se manifiesta una y otra vez para denunciar que Osakidetza está en estado crítico. Recortes, cierres de ambulatorios, largas listas de espera, ambulancias gestionadas por empresas privadas y el personal sanitario agonizando por las largas jornadas laborales que sufren diariamente, la falta de personal y con unas tasas de bajas laborales altísimas debido a la continua presión laboral a la que son sometidas. CNT ha apoyado cada una de las reivindicaciones que las trabajadoras de Osakidetza han ido manifestando y apoyando cada huelga que se ha convocado, pero es evidente que el Gobierno Vasco no escucha las reivindicaciones y sigue destruyendo el sistema sanitario público en beneficio de uno privado donde solo unos pocos podrán beneficiarse.
Una institución como Osakidetza no puede estar gestionada por la clase política gobernante. Estamos hartas de ver cómo las personas que forman la directiva de Osakidetza son meras marionetas que complacen los dictados del Gobierno Vasco. No miran por nuestros intereses solo velan por el interés, cada vez más evidente, de la sanidad privada. Necesitamos verdaderas profesionales del sector dirigiendo nuestro Servicio Vasco de Salud de forma independiente y ejemplar, y no obedecer a una clase política que hace oídos sordas a cada una de las peticiones del personal sanitario.
El artículo que aquí escribo y hoy quiero denunciar, es una muestra de lo narrado anteriormente. Mi pareja y yo hemos vivido uno de los episodios más terroríficos de nuestras vidas y todo por culpa de un sistema sanitario que agoniza. Os dejo el relato de lo sucedido para que podáis leer con vuestros ojos lo que estamos sufriendo la ciudadanía con los recortes continuos del Gobierno Vasco.
El pasado 25 de marzo mi compañera (Mamen) y yo fuimos a las urgencias de ginecología del Hospital de Basurto , Pabellón Iturrizar, ya que rompió aguas esa misma tarde. Eran aguas teñidas que podían poner a nuestro bebe en peligro. Fuimos atendidos poco antes de las 16:00 horas nada más llegar a urgencias por el personal sanitario que ese día hacía turno en dicho hospital. Como indica el protocolo le monitorizaron para controlar la frecuencia cardíaca del bebé y pudieron observar que de manera puntual le bajaban las pulsaciones, motivo por el cual decidieron tenerla con las correas algo más de una hora. En ese momento la dilatación era solo de un centímetro y todo apuntaba a que el parto iba a ser largo. Nos trasladaron al paritorio que hay justo delante de la central donde están las matronas, enfermeras y demás personal sanitario. Si no recuerdo mal era la habitación 26. Iban pasando las horas y las contracciones cada vez eran más seguidas y dolorosas. Le volvieron a hacer el tacto vaginal y, aunque todo parecía ir a buen ritmo, seguía estando dilatada de un centímetro. Debido a que los monitores reflejaban cierto sufrimiento fetal, debido a las bajadas constantes del ritmo cardíaco y que las aguas bajaban teñidas nos recomendaron inducir el parto con Oxitocina ya que no era recomendable alargar más el proceso del parto. Aceptamos sin dudar las recomendación de Amaia la ginecóloga, y empezaron por inyectarle primero la Epidural.Sorprendentemente a los quince minutos de suministrarle la Epidural empezó a dilatar rapidísimo. Como dilató cuatro centímetros de golpe descartaron inyectarle la Oxitocina ya que su propio cuerpo la estaba generando sin problemas. En la siguiente media hora la dilatación ya era de 8 centímetros y tal como nos dijo Cristina la matrona, el parto iba a ser inminente. Debido a las bajadas del ritmo cardíaco que seguía sufriendo el bebé, mantuvieron las correas inalámbricas y los movimientos de Mamen fueron limitados, no solo por la Epidural, si no porque la única postura donde no sufría el bebé y se mantenían estables las pulsaciones era estando tumbada y de lado.
Ya eran casi las 21:00 horas y el parto iba a ser inminente, era cuestión de minutos que mi pareja empezara con el expulsivo. Todo iba muy rápido.
Para sorpresa nuestra y desgracia, empezamos a oír gritos de ¡Fuego Fuego! en el pasillo. Yo salí a mirar incrédulo lo que pasaba, en la habitación contigua se había declarado un incendio, donde también se encontraba una pareja dando a luz. Todo fue muy caótico y terrorífico, el miedo se apoderó de todo el mundo y la evacuación fue bastante atropella hasta llegar al exterior. No se pueden imaginar lo que pasamos en ese momento, decir miedo es quedarse corto. En todo momento estuvimos acompañados por una ginecóloga, Marta creo recordar, a la que le estaremos eternamente agradecidos. Todo el personal sanitario supo estar a la altura de las circunstancias y no nos sentimos solos en ningún momento, pero tal y como he ido narrando lo sucedido Mamen ya estaba de 10 centímetros y el parto iba a ser inminente. Sufrimos mucho mientras esperábamos a las ambulancias que nos trasladaron al Hospital de Cruces por la salud de nuestro pequeño. Sabíamos que tenía que estar controlada por monitores debido a las bajadas cardíacas y que esta situación no ayudaba a pensar en positivo. Aparecieron la ertzaintza y los bomberos muy rápido pero las ambulancias se hicieron de rogar muchísimo. ¿Dónde estaban? ¿Por qué tardaban tanto? Yo no daba crédito, estábamos en un hospital donde no había ambulancias, ni tampoco un protocolo claro de poder adaptar una habitación en otro pabellón y poder dar a luz con total seguridad. Cuando digo que pasamos miedo es que pasamos mucho miedo, nuestras caras lo decían todo. Estuve repartiendo sábanas entre las pacientes que esperaban en la intemperie, ya que tuvimos que abandonar nuestros enseres en el desalojo y llevarnos lo puesto. Evidentemente Mamen y las demás pacientes iban con el pijama del hospital. Temblaban de frío pero también de miedo. Estábamos en la calle pasando miedo, frío y mojándonos bajo la lluvia. Ni el personal sanitario entendía la tardanza de las ambulancias. ¡¡¡Fue horrible!!!! Después de una larga espera y, arropados en todo momento por la ginecóloga Marta, pudimos subirnos a la Unidad Móvil e ir en dirección al Hospital de Cruces de Barakaldo donde a las 22:00 horas nació nuestro hijo Aran, justo una hora después de declararse el incendio en el Pabellón Iturrizar del Hospital de Basurto. Aran vino a este mundo sano y salvo.
A día de hoy, después de exactamente dos semanas, nadie nos ha dado una explicación de lo sucedido. Osakidetza no se ha puesto en contacto en ningún momento para preocuparse por el estado de las futuras madres que allí se encontraban. A la mujer que se encontraba en la habitación donde se originó el incendio, y que también fue trasladada al hospital de Cruces, acabaron practicándole una cesárea ya que la evolución de su parto se frenó de golpe estando ya dilatada de ocho centímetros en el momento de los hechos.
Tuve que desplazarme en taxi a recoger nuestra ropa y efectos personales pasadas las doce de la noche dejando a mi compañera y nuestro bebé en un momento tan especial. La dirección de Osakidetza no hizo ni el más mínimo esfuerzo por facilitarnos todos los efectos personales que tuvimos que abandonar en el desalojo.
Afortunadamente no hubo víctimas, pero todo se podría haber convertido en una gran tragedia. ¿Cómo puede ser que un Hospital como el de Basurto se incendiara debido a un fallo eléctrico o similar causando el pánico a los allí presentes? Y digo “fallo eléctrico” por decir, a día de hoy no sabemos lo que pasó a ciencia cierta, y dudo mucho que lo sepamos algún día. Parece que se ocultan los motivos porque las elecciones a la Lehendakaritza son inminentes y no interesa tener mala prensa en estos momentos. Es vergonzoso como una institución como Osakidetza nos da una y otra vez la espalda a los ciudadanos que religiosamente pagamos nuestros impuestos. Sufrimos los recortes sanitarios continuamente, las instalaciones no son seguras como se ha demostrado, el personal sanitario hace lo que puede y más porque son grandes profesionales y aman su profesión, mientras que el Gobierno Vasco mira para otro lado y los ningunea todo el rato.
Falta más personal médico y no se contrata, hacen más horas de las debidas y sus jornadas laborales son interminables. Cada año se destina menos dinero a la Sanidad Pública y son las profesionales de sanidad las que sufren consecuencias igual que las sufrimos la ciudadanía. Es evidente que las infraestructuras necesitan revisiones con urgencia y usar el dinero público para lo verdaderamente necesario.
Exijimos desde aquí que todas las personas que sufrimos el incendio el pasado 25 de enero alrededor de las 21 horas se nos dé una explicación veraz de lo sucedido, que se nos permita registrar a nuestros hijos e hijas en el municipio de Bilbao si es así como se desea y que dimitan los responsables que hacen que nuestro Servicio Vasco de Salud esté en estado crítico. Que hagan protocolos de evacuación periódicos y revisen de arriba abajo toda la instalación eléctrica del Hospital de Basurto y se hagan inspecciones rigurosas de toda índole. Lo vivido el pasado 25 de marzo no puede volver a suceder. Algún día lamentaremos males mayores y nos echaremos las manos a la cabeza pensando en cómo se pudo haber evitado.
Siempre estaremos eternamente agradecidos al personal sanitario que nos atendió en todo momento. A Marta, a Cristina, a Amaia, a Garazi y demás profesionales de urgencias ginecológicas de Basurto, muchas gracias. Al personal que nos atendió en Cruces muchas gracias, en especial a Nerea, la enfermera que nos dejó su móvil para poder contactar con la familia. Os estaremos agradecidos de por vida.
Pasados los días Mamen y yo decidimos poner una reclamación de lo sucedido en Osakidetza y moverlo por algún medio informativo para dar la mayor visibilidad posible de lo ocurrido el pasado 25 de marzo en el Pabellón Iturrizar del Hospital de Basurto. Seguimos esperando respuesta a día de hoy.