Por otro lado, el Ayuntamiento de Barcelona ha realizado un acto de homenaje a la plaza del barrio de Sants que trae su nombre, un acto mucho más discutible todavía dado que la memoria anarquista de Peiró pasó totalmente desapercibida por los “comunes” dando continuidad a las malas praxis sobre “memoria histórica” de la izquierda institucional de este país, donde para justificar su posición en el presente a menudo intentan re-escribir el pasado para controlar el futuro. Alguien del equipo de Ada Colau persona que a menudo se presentó en su etapa de Miles de Viviendas en Barcelona como ácrata, tendrá que dar explicaciones en algún momento de por qué la placa que le colocaron a Joan Peiró omitió su militancia en CNT y su ideología anarquista [En los momentos de acabar este artículo hemos tenido constancia que la placa ha sido nuevamente sustituida, este golpe cambiando el término “sindicalista” por el de “anarcosindicalista”. A pesar de todo, seguirá sin constar la CNT a la placa puesto que con quién sea que haya pactado el consistorio este cambio está claro que no desea que promover la memoria de una organización muy viva cómo es nuestra].
Polémicas aparte, tenemos que reconocer que es bueno y necesario recuperar la figura de Joan Peiró i Belis en los días que nos toca vivir. Siempre he tenido cierta fascinación por su figura, puesto que Peiró encarnó un puñado de virtudes que hacen de él una síntesis de buena parte del anarcosindicalismo catalán. Cómo en muchos de los homenajes institucionales alabarán sólo ciertos aspectos de su trayectoria, me tomo la licencia de recordar algunas otras que son igualmente destacables en mi opinión (cuando estaba acabando de escribir este artículo el compañero Arnau B. acababa de publicar una resumen de su biografía recomendable).
Como sindicalista su trayectoria arrancó desde muy joven, tal y cómo se narra a “Inicios de un sindicalista libertario: Joan Peiró en Badalona (1905-1920)” de Joan Zambrana y Jordi Albadejo (Ediciones Fet a Mà, 2005). Sus ganas de superarse a sí mismo lo trajeron a ser un obrero ilustrado, un obrero manual como él siempre decía, que aprendió a leer y escribir de forma autodidacta. Su afición a los toros en aquellos días lo trajeron a coger un pseudónimo en homenaje a un famoso torero del momento. Su trayectoria como intelectual lo traerá a lo largo de su vida a ser director del “Catalunya” la histórica cabecera del periódico por la tarde de la CNT catalana, a la vez que su producción en artículos de opinión fue inmensa (una buena muestra fue “Escrits 1917-1939”, artículos que Pere Gabriel recopiló el 1975 por Ediciones 62). Demostrando que los teóricos e intelectuales del anarquismo y sindicalismo a casa nuestra fueran siempre, a diferencia del resto de países, hijos del proletariado en su gran mayoría.
Su capacidad organizativa lo lleva a liderar la Federación Obrera de Badalona, a lo largo de las dos primeras décadas del s XX hasta que, al 1918 participa del Congreso de Sants (según algunos estudiosos lo más correcto tendría que ser Sans, puesto que el antiguo municipio cogería este nombre laico de la época de la muralla medieval de Barcelona al estar situado fuera de esta y lejos por lo tanto del área menos higiénica del momento, tal y como me apuntó Manel Aisa, y es que la Iglesia siempre está al quite para traer el agua a su molino…) pasando a integrar definitivamente la potente federación badalonina a la Confederación Nacional del Trabajo. Allí fue un gran defensor de la unidad confederal y la necesidad de adoptar el modelo del Sindicato Único, cuestión muy discutida por sectores de la CNT ante el que consideraban una centralización del sindicato y un atentado a su autonomía. Sin embargo, este modelo de sindicato fue el que le confirió al anarcosindicalismo catalán tal fuerza que fue capaz de llevar a cabo la histórica Huelga de la Canadiense, derrotando a la burguesía en un conflicto sin precedentes. El concepto del sindicalismo actual es heredero del Sindicato Único de aquellos días y, de hecho, se puede decir que fue a partir de aquel Congreso que la CNT arranca a andar de verdad, siendo esencial la participación de Peiró al mismo.
Joan Peiró fue un anarquista alejado de las proclamas incendiarias, se formó a la cuna de aquella generación de anarquistas que dieron a la fundación de Solidaridad Obrera y la CNT previa a la etapa insurreccional de parte del anarquismo organizado durante la II República. Enlazó la generación que asentó las bases del anarcosindicalismo desde la Internacional al s XIX con aquella que lideró el movimiento durante la República. Siendo una figura activa en toda su trayectoria muy centrado al crear organización y estructura, un aspecto esencial que él mismo evidenciaría como grave carencia en los momentos de la Revolución Social. La carencia de cuadros formados tanto a nivel organizativo del sindicalismo como de la propia economía e industria evidenciaba uno de los verdaderos puntos débiles del anarcosindicalismo respecto de otros movimientos políticos con una muy menor base social pero mejores cuadros , capaces de situarse en lugares clave de control que podían hacer fracasar la revolución social o redirigirla ningún otros postulados no libertarios. Una cuestión que ha arrastrado nuestro movimiento a lo largo de la historia y que no ha encontrado todavía una solución definitiva.
Con toda probabilidad Joan Peiró será recordado estos días como mártir de la causa republicana, a pesar de que su obra fue siempre camino de la emancipación total de la humanidad y el triunfo de la revolución social. Así mismo lo recordó Joan Garcia Oliver a sus memorias, quienes de él recordó que en los momentos decisivos del 18 de julio de 1936 salió pistola en mano a derrotar el alzamiento fascista a las calles de Barcelona. Precisamente Joan Garcia Oliver fue una de las figuras más importantes de la CNT en aquellos años y con quién había mantenido varias confrontaciones respeto la gimnasia revolucionaria y la insurreccionalismo armado del que Peiró no era partidario de aquellos momentos. Con todo, el mismo Garcia Oliver alabó su figura junto a la revolución sin tapujos, hasta las últimas consecuencias.
Como “mártir republicano” recordarán su condición humanista, salvó vidas de curas, empresarios u otras personas vinculadas a la reacción. Cómo si hubiera un tipo de anarquista bueno y uno de malo, cuando precisamente fueran mayoría los anarquistas de aquellos días quienes no quisieron llevar a cabo ejecuciones sumarísimos ni por la creación de gulags, como sí hicieron otros movimientos políticos del momento. De hecho, Joan Peiró hoy sería considerado un terrorista por el Estado. Los mismos que rendirán homenaje a su figura obviarán que, en los momentos más duros y oscuros por la clase trabajadora catalana y, en especial para la CNT, durante los años del pistolerismo Peiró siempre iba con su pistola, sufrió numerosos intentos de atentado y finalmente participó en el complot para atentar contra Eduardo Dato, como explicó el propio Joan Garcia Oliver a sus memorias, ayudando a planificar el asesinato del máximo responsable del pistolerismo que tanta sangre sindicalista estaba regando las calles de Cataluña.
Joan Peiró, encarnó aquella herencia de anarquistas poco proclives a proclamas incendiarias pero que sufrieron y enfrentar la más duras de las represiones al proletariado catalán. Fue de los líderes de la CNT que cogieron el timón de la organización cuando todo colgaba de un hilo, jugándose su vida. Hoy sabemos que durante el primer periodo de clandestinidad de la dictadura de Primo de Rivera, según el trabajo de Marc Santasusana “Quan la CNT cridà independència” (Editorial Base, 2016), Peiró fue el Secretario General del Comité Nacional en aquellos días y encabezó las operaciones para intentar buscar aliados para tumbar el régimen dictatorial, acordando participar de una insurrección armada junto a los separatistas de Francesc Macià a pesar de finalmente se truncaron los planes.
El compromiso que llevaba con la causa revolucionaria por el comunismo libertario lo trajo finalmente a rechazar la oferta del régimen franquista de salvar la vida a cambio de ayudar a construir el sindicato falangista que habría ayudado a apuntalar más el régimen. Su rechazo a la oferta supuso la pena capital, a pesar de que en el juicio militar que le realizaron salieron en defensa suya numerosas personas ajenas al movimiento obrero, tales como empresarios, clérigos o incluso la surrealista comparecencia de un veterano camisa gris falangista (interesante la obra de Josep Benet titulada “Joan Peiró, Afusellat” Ediciones 62, que describe esta última etapa de Joan Peiró). Fue como fuera será recordado como mártir de la causa republicana por estos hechos, a pesar de otras figuras ejecutadas por el régimen nunca recibieron ningún ofrecimiento de colaboración que hubiera supuesto su salvación.
Sirvan estas líneas como humilde homenaje a Joan Peiró, pero sobre todo la necesidad de considerar su trayectoria, la cual me gusta valorar como de un pragmatismo revolucionario. Un hombre centrado al crear organización y capacidad entre las filas del proletariado, necesarias no sólo para llevar a cabo una revolución social si no para garantizar el éxito de esta, de la necesidad de tener suficientes recursos y formación a los sindicatos para dar el paso del Capitalismo al Comunismo Libertario, pero a la vez echando por el derecho en las horas decisivas sin renunciar a nada.