Jefe o jefa: Persona que tiene autoridad o poder sobre un grupo para dirigir su trabajo o sus actividades.
Como clase trabajadora, siempre nos ha tocado tener un jefe o jefa. Podríamos decir que es una característica que une a todas las personas trabajadoras por cuenta ajena. Da igual ser el de arriba o el de abajo, siempre hay alguien que manda. Y quien tenga el poder en tu jornada laboral, hace que tu calidad de vida sea mejor o peor.
Últimamente he estado leyendo sobre las nuevas formas de mandar y sinceramente, yo todavía no las he vivido. Se supone que los nuevos jefes y jefas deben ser personas empáticas, comunicadoras, que no manden, sino que consigan que te motives de tal manera, que seas capaz de sacar adelante los objetivos de la empresa, en un estado de felicidad continuo.
He estado haciendo un repaso de todos los jefes y jefas significativas que he tenido. Variedad y cantidad, sería el titular. Uno de los primeros jefes que tuve era el que denominaría “jefe -compañero-amigo”. Agradable, ni una palabra más alta que otra, siempre se le invitaba a celebraciones. Pero… no se imponía ante los conflictos y como consecuencia, las personas que estábamos dispuestas a trabajar, asumíamos el trabajo de los y las que no tenían tantas ganas. El segundo más importante por sus características y por el tiempo que me tocó trabajar con él…uffff… no tengo líneas para describirle. Se trataba de un jefe a la vieja usanza. Un ser autoritario, donde sólo había órdenes, jamás valoraba nuestro trabajo, se encerraba en su despacho y salía de allí únicamente para gritar y reprochar. Aquello suponía un ejercicio constante de inteligencia emocional para llevar el día a día de la mejor manera posible. Rápidamente aprendí a hacer mi trabajo sin necesitar la aprobación de nadie y a tener un perfil bajo para alejarme de la ira de aquel hombre. Él tenía el poder y así quería que lo supiésemos, como decíamos, aquello no era un lugar de trabajo sino “su cortijo”. También he vivido una jefa narcisista, donde era imposible acertar con lo que quería. Si lo hacías azul, era blanco y si algo salía bien, por supuesto era gracias a su ingenio y nunca a nuestro trabajo. ¿Y qué me decís de la jefa “workaholic”? Sí, es aquella que está enganchada al trabajo y que lo antepone a su vida personal. También he convivido con esta figura. La dificultad reside en decirle de manera asertiva que tienes una vida fuera tan importante como el trabajo. La idea es poner límites ante sus demandas continuas. En mi caso, eché a correr en cuanto pude. Resulta imposible cambiar este tipo de personalidades.
En fin, yo creo que ese nuevo estilo de jefe del que he leído, ese liderazgo transformacional, que tiene como objetivo “influir positivamente en las forma de ser o actuar de las personas subordinadas, logrando que el equipo trabaje con entusiasmo hacia el logro de sus metas”, dista mucho de lo que vivimos en el día a día en nuestros puestos de trabajo. Además, me cuesta mucho imaginarme este tipo de jefe o jefa en un taller, cadena de montaje, fundición, en una oficina….Sin olvidar que en la gran mayoría de los casos, el jefe o jefa , le ha tocado estar ahí por conocimientos necesarios para la organización, pero con cero formación para liderar grupos, motivar o escuchar.
Y ante los jefes autoritarios y deshumanizados, únicamente nos queda hacernos fuertes y trabajar sin que nos afecten los cambios de humor de la persona que nos manda y saber hacernos respetar y responder con firmeza ante los abusos de poder. Es un camino difícil en el que yo, como otras tantísimas personas me encuentro inmersa. Pero me hago una pregunta, ¿no sería todo más fácil si este camino lo recorremos en compañía ?. Quiero decir, si cuando atacan a un compañero o compañera o nuestros derechos son vulnerados, si la respuesta es colectiva o nos movilizamos en bloque por los derechos de quien trabaja a nuestro lado, ¿no recibiría la autoridad en cuestión un mensaje claro y conciso? Porque os aseguro, que de manera individual es muy difícil y agotador. Hasta que los liderazgos cambien, ¿qué tal si hacemos piña en el trabajo y enseñamos un poco los dientes a los que tienen el poder? Quizás la próxima vez que nos nieguen vacaciones, o teletrabajo para cuidado de nuestros menores, o nos carguen de tareas de manera injusta, se lo piensen dos veces. Como siempre, la denominada fuerza de trabajo, única generadora de la riqueza de las empresas, ha olvidado o le han hecho olvidar, que es fuerte y ante los abusos nos callamos y seguimos trabajando. ¿Hasta cuando lo haremos?