30/10/2023

DEFENDERSE... SÍ, SÍ, LO QUE TÚ ME DIGAS, NO TE JODE...

Escrito por Enrique Hoz

Defender ciertas causas acarrea complicaciones y más cuando el apoyo no deja de ser una conveniencia geoestratégica habitual en las relaciones internacionales. Parto, llámame ingenuo, de que nadie se levanta por la mañana deseando muertes a bombazos, o como sea, de otras personas afincadas a decenas, cientos o miles de kilómetros. Insisto en mi ingenuidad y voy a creer en la bondad del ser humano.

Esa bondad se estrella con la realidad y al ser consciente de ello mi ingenuidad zozobra. Día sí y al otro también desayunamos, comemos y cenamos con noticias de conflictos bélicos en los que el homo sapiens se transforma en un monstruo mitad sanguinario, mitad cínico. Y, claro, esa transformación obliga a justificaciones y piruetas dialécticas de muy difícil digestión pero, amigo/a, los intereses de la pandilla sociópata priman por encima de cualquier raciocinio equilibrado.

Llevamos semanas con Palestina e Israel en la retina como protagonistas de un conflicto brutal originado hace décadas. Hoy, quien desee informarse de esta situación tan sangrienta con una visión crítica lo más aséptica posible dispone de multitud de información al alcance de una tecla para entender algo tan nazi, tan miserable, tan bárbaro, tan inhumano como es la ley del más fuerte.

Ha captado mi atención la simpleza de argumentar el derecho a defenderse por parte de Israel. Es el titular habitual de los grandes medios y las grandes potencias que abrazan ese discurso a sabiendas de su falsedad.

Simplificaré los argumentos para una comprensión más asequible al club de los/as despistados/as.

Voy a suponer, es mucho suponer pero hay que esforzarse, que no existe ningún conflicto entre Palestina e Israel, que su convivencia es un dechado de virtudes, un ejemplo de hermandad y todo ello acompañado del sonido de un arpa contribuyendo a crear un escenario todavía más acogedor. De repente, a un grupo de palestinos/as les da la ventolera de adentrarse en territorio israelí y llevar a cabo acciones sangrientas. Denunciable, sí, por supuesto. En respuesta al agravio, Israel (entiéndase como demencia sionista) pone en marcha su maquinaria bélica cuyo resultado va siendo más sangriento que el ataque originario. ¿Cuál es la excusa de Israel para liderar una contestación derivada a masacre? El derecho a defenderse y, como Israel goza de impunidad gracias a ciertas potencias aliadas, ese autoproclamado derecho se transforma en un cheque en blanco para rellenarlo de tropelías.

Lo que está haciendo Israel nos es defenderse. Defenderse es una acción inmediata cuando se produce un ataque para repelerlo en ese momento puntual. Y la defensa cesará cuando se frene al ataque o por renuncia de los/as propios/as atacantes.

Si después del ataque sufrido se planifica una respuesta represiva calculada, impregnada de tal brutalidad que deja pequeño al ultraje inicial padecido, la supuesta acción de defensa no es tal y estaríamos ante una acción de venganza, ni más ni menos. Es imposible de mantener un discurso del derecho a la defensa cuando van transcurriendo las semanas y la venganza fruto del trastorno sionista consuma un genocidio como la copa de un pino. Y, repito, esto sucede sólo tomando como muestra lo acaecido durante este mes.

Bueno, ese es el panorama; triste, sin duda alguna, por toda la sangre derramada y por esos intereses internacionales, hipócritas donde los haya, con la doble vara de medir siempre a punto. Voy a intentar no odiar, pero sí a recordar con asco.

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