La jornada de folklore “democrático” se repetirá otra vez más; nos piden que les legitimemos, nos han instado a acudir a las urnas para decidir, para elegir a las personas que nos gobernarán durante los próximos cuatro años. Pero la realidad es totalmente distinta, y esto no es nada nuevo.
La realidad es que son los poderes económicos los que están gestionando la Comunidad Autónoma Vasca: donde se invierte, qué servicios se llevan a cabo, qué ayudas se dan. Son empresas con nombres y apellidos, son redes de familias que pasaron de dirigir la economía en el franquismo a hacer negocio en “democracia”, la Gran Burguesía, los grandes empresarios. Quien aún piense que gestionar las instituciones (políticas) es gobernar y, que desde las mismas, se puede transformar esta sociedad, es que ha olvidado los límites del mismo sistema: permite nuevas caras, pero pocos cambios. Tenemos el ejemplo de Gipuzkoa para 2011-2015, pero también el de Syriza en Grecia, donde el poder económico le dejó claro el papel que debía jugar. Intenciones, seguramente tendrían las mejores, pero ya sabemos el caminó que recorrió en el siglo XX la socialdemocracia en Europa como gestor de las crisis capitalistas. Una socialdemocracia que están intentando volver a resucitar.
Desde aquí volvemos a recordar que nadie va a solucionarnos la vida, a darnos un buen trabajo; tampoco nadie va a trabajar por nosotras. Si queremos cambios, si queremos ser más soberanas, no nos queda otra opción que llevarlo a cabo, ya que nuestra emancipación debe ser obra nuestra, o no será. Por eso, reivindicamos la abstención activa frente a la “democracia” burguesa. Desde un punto de vista pragmático, es prácticamente indiferente quién gane este domingo ya que, el lunes seguirán las ilegalidades por parte de las empresas y los despidos de trabajadoras. Da igual que el nuevo Parlamento Vasco apruebe una nueva ley de protección de la salud en el trabajo: el poder económico la incumplirá, como si no pasara nada.
Al fin y al cabo, es la economía capitalista la que rige nuestras vidas y en la lucha económica no hay ni parlamentos ni gobiernos que valgan. Es la clase obrera frente al capital y, si avanzamos en esta lucha, trabajando por otra sociedad, más justa e igualitaria, podremos hacer mucho más que yendo a votar este domingo. Sin delegar en terceras personas que medien ni vengan a solucionar los conflictos; trabajadoras y trabajadores hemos de ser los protagonistas. Sabemos que la actual correlación de fuerzas no nos ayuda, pero no nos queda otra salida. Que no es fácil movilizar a compañeras y compañeros de trabajo, hacerlas partícipes; pero esta forma de lucha es hacer política, política de la de verdad. Es posible mejorar nuestras condiciones de vida, empezando por el trabajo.
Tampoco hemos de olvidar que hay muchos espacios de lucha, más allá del económico, y hemos de tener en cuenta todas ellas, lograr sus puntos de encuentro: Entre mundo del trabajo y el de la ecología; el mundo del trabajo y un reparto justo de los cuidados, entre otros. El conflicto entre el capital y el trabajo es fundamental, pero en resumen, es el conflicto entre el capital y la vida el que está en juego.
Queremos una alternativa, otra sociedad, y la respuesta no pasa por sus urnas, sino por nuestras luchas. Tenemos las herramientas, tenemos las ganas. Por eso, este domingo: abstención activa.