El anarquismo, como conjunto de creencias, como ideología, es una forma de ver y vivir la realidad que nos rodea, pese a que en la actualidad, es muy dificil mantener. Vivimos en un mundo repleto de tiranías en todos los ámbitos. Es muy difícil pensar, comportarse, y actuar de forma coherente, constantemente, permanentente. Muchas veces me asalta la duda, ¿nos hemos mirado en el espejo de la coherencia para distinguir si nosotr@s mism@s estamos actuando de una forma contraria a lo que pensamos? Mi respuesta es afirmativa, mas veces de las que me gustaría. En ese caso, vuelvo a reflexionar, ¿soy una persona hipócrita?
La hipocresia, con toda la carga negativa que nos hace imaginar, se define como el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. En este sentido, se trata de pensar en cómo vivir con coherencia, es decir, manteniendo una actitud lógica y consecuente de los principios que se profesan, y ligado a eso, la incoherencia, lo contrario a esa actitud.
Entonces, la diferencia es sutil, pero importante. Se ponen en juego otros aspectos como la consciencia y la responsabilidad. En la primera definición, se trata de actuar de forma consciente para fingir esa falta de coherencia entre principios y comportamientos, y, la falta de coherencia, es la incapacidad de poder mantener una actitud de lógica y consistencia con lo que se piensa. Es por tanto, responsabilidad personal e individual, que no individualista, tratar de minimizar esa falta de coherencia en cada ámbito de nuestra vida.
Reflexiono la falta de coherencia con la que me veo obligada a convivir, no me reconozco como una persona hipócrita, ya que no es mi intención seguir el juego, sino que, me veo sumergida en esa aboragine capitalista, consumista, insolidaria, individualista, y en definitiva, hipócrita.
Es imprescindible mirarnos al espejo y poder reconocer esa disyuntiva. El contexto no nos acompaña para mantener las actitudes inherentes al cuerpo de creencias con facilidad, pero sí es posible aceptar que es un contexto hostil, en el que mantener una actitud auténtica de solidaridad y cuidado por y para los demás, si es posible. Hay infinidad de luchas a las que continuar aportando, por poco que sea, un granito de arena más, a través de las actitudes y los comportamientos, desde una óptica responsable, siendo conscientes de la incoherencia que nos acompaña, lo que no hace que dejen de ser igual de válidos.
Aceptar vivir en la incoherencia ayuda en el mantenimiento del ánimo y la constancia que nos une y caracteriza. Una sola persona de nuestro entorno que reflexione, es una victoria, no es el cambio social al que aspiramos, evidentemente, pero si es una forma de contribuir a mostrar que ser y vivir de otra manera, es factible. Por ese camino debemos continuar.
Es, por tanto, una llamada a la confianza en creer en la autenticidad de las personas que imaginamos un mundo mejor, incoherentes, pero luchadoras.
Uno de los ámbitos en los que creo que se puede hacer mucho trabajo efectivo es el de las conciencias. Ser capaces de invitar a las personas cercanas a reflexionar es ya de por si una manera de luchar. No se trata de teorizar, sino de enseñar a l@s demás que nuestra forma de pensar y actuar conscientemente, siendo auténticos y acordes en la medida de lo posible es factible, aunque el mundo nos intente aplastar. No podré participar de muchas de las acciones que se proponen, pero si invierto en el esfuerzo constante y consciente de mostrar mis valores a aquellas personas que tengo cerca, enseñar que no es necesario pisar a nadie para alcanzar las metas, mostrar que la colaboración y la solidaridad se pueden hacer cada día y a cada momento. Vivir en la auténtica incoherencia.