23/05/2024

MILEI, ¿EL ANARCO...? NO. SIMPLEMENTE, EL IMBÉCIL, SIN MÁS.

Escrito por Enrique Hoz

Imagino que más de uno/a hemos vivido la experiencia de escuchar a alguien en una reunión de vecinos/as y al mismo tiempo que oímos sus estupideces, sus gestos enfermizos, sus modos propios de la enajenación, resulta inevitable dejar volar la imaginación y recrear una escena metiéndole/a un buen sopapo con la mano abierta.

Algo así me sucede cuando, al informarme del quehacer político diario, tengo la oportunidad de ver a ciertos/as profesionales de la política. Madre mía, menudo club de la locura abonado permanentemente al delirio. Una cosa es defender planteamientos ideológicos, por muy dispares que sean, y otra muy diferente ser un/a impresentable.

El pasado fin de semana se acercó a la capital del Estado Bananero Español una buena muestra internacional de lo que se denomina como ultraderecha. Vox trataba de sacar músculo de cara a las elecciones europeas y organizó un acto para el desequilibrio colectivo donde abrazarse con algunas de las figuras más cutres y casposas mundialmente conocidas.

Una de esas estrellas conservadoras responde al nombre de Javier Milei, actual presidente de Argentina. Un verdadero demente que se reclama liberal libertario y anarquista de mercado.

No recuerdo con exactitud cuándo llegó por primera vez a mi cerebro algo relacionado con la anarquía. Imagino que pudo ser en edad juvenil al ver la “A” circulada en la chupa de alguien. No creo que mi ideario en ese momento fuese más allá de “anarquía, cerveza fría”, de que cada uno/a haga lo que quiera y de que escuchar música con guitarreos políticamente incorrectos era de lo más revolucionario. Así de fluida era mi ignorancia.

Afortunadamente, la vida laboral me fue transformando hasta el punto de pasar de ser un trabajador inconsciente de su alienación a un trabajador con ganas de sacudirse el yugo de la explotación.

Flotando en un mar de interrogantes, indagar sobre el verdadero significado de la anarquía me ofreció respuestas y me enseñó a caminar hacia ella pese a ser inalcanzable; como el horizonte, cuanto más te acercas, más se aleja. Y yo, que no soy mucho de poesía, quedé embelesado con estas palabras:

 


Nací con la primera revuelta,

insumisa, inquieta, desgreñada.

Me construí a mí misma,

desnuda, bella, irreverente.

Desde mis huesos inermes partió la

primera blasfemia hacia el creador.

Me negué a ser sometida,

Dirigida, apadrinada.

Me transformé en apóstata.

Fui acusada de irreligión.

Fui condenada pero mis alas eran

de fénix y en raudo vuelo abandoné

las hogueras y atravesé los océanos.

Vi yugos por dondequiera,

calambre y hambre, parlamentos y lamentos,

aprendí la desesperación.

Cavé con las uñas una trinchera de sueños

y me embriagué con esa pandilla de niños locos,

poetas náufragos allá en la Revolución del treinta y seis.

Miré a la izquierda, miré a la derecha,

y vi rostros sucios ocultos tras limpios uniformes

vertiendo la sangre de los pueblos en nombre de la justicia,

la dialéctica y otras empalagosas quinta esencias.

Y tomé la rabia y la afilé.

Y lancé truenos contra los tronos.

Enemiga de los gobiernos.

Enemiga de las patrias.

Enemiga del dolor.

Abrazo al mundo.

Vivo y no ruego.

Amo y resisto sus tiranías.

Soy la Anarquía”

 


Desde entonces, me cabrea cuando se habla de anarquía con frivolidad, sin rigor, dándole el significado que convenga para, en unos casos referirse al caos y desorden y en otros, como en el caso de Milei, utilizarla para encandilar con neopopulismo y autoritarismo de derechas.

Este indecente que ostenta la Presidencia de Argentina con un estilo burdo, violento, sin complejos, no deja de ser un oportunista creado por los medios de comunicación cuya hoja de ruta incluía el pasado sábado un desayuno con el presidente de la CEOE y con altos directivos de empresas españolas tales como Telefónica, Banco Santander, BBVA, Mapfre, Iberia, Naturgy, Día, Albertis o Indra, entre otras compañías. Dudo mucho que, como supuesto y autotitulado anarquista, haya anunciado a toda esa jauría empresarial la inmediata colectivización de sus empresas poniéndolas a disposición de la clase trabajadora argentina. No, claro que no. Es evidente que tiene de anarquista lo mismo que Abascal de trabajador.

Defendamos la anarquía como la expresión de la obra colectiva para el bienestar de todas las personas, viviendo en libertad y en armonía con la naturaleza. No dejemos que bocazas como Milei, tonto útil de la burguesía liberal más desfasada, reclame libertad con absoluta frivolidad porque su concepción de la libertad es la “de individuos desiguales, que coloca a cada uno en su lugar de la escala social según su poder económico. La igualdad burguesa es igualdad sólo ante la ley, y la ley está hecha por y para los poderosos. Y la fraternidad liberal se pierde en la libre competencia y la lucha por la vida que justifica la supremacía de los más violentos y despiadados.” (Anarquismo Básico, habla la anarquía. Fundación Anselmo Lorenzo. 3ª edición, diciembre 2015)