Traducimos un artículo de Organizing.work que trata los errores más habituales a la hora de organizar sindicalmente los centros de trabajo.
Organizar es difícil y todo organizador comete errores. He aquí algunos de los más comunes y cómo evitarlos.
Construir tu campaña con personas afines
A todas nos gusta pensar que nuestras ideas son importantes y que las que están de acuerdo con nosotras ven lo que todos los demás pasan por alto. Pero construir un sindicato no consiste en difundir el "evangelio", sino en hacer que los y las trabajadoras vean el poder que tienen, y dejar que escriban sus propios "evangelios". No tienes que confundir a la gente que está de acuerdo contigo con la gente que necesita la campaña de organización sindical. Los y las trabajadoras con políticas de "izquierda" pueden ser líderes y movilizar a trabajadoras; pero también pueden comportarse como cobardes. Suelen ser como todas las personas: una mezcla de contradicciones. Hay que ver el lugar de trabajo tal y como es e identificar a las personas que mueven para conseguir que todas las demás se sumen. La política de izquierdas adquiere más sentido si se comprende cómo las demás llegan a compartir esos compromisos a través de la lucha.
Dirigir con los problemas en lugar de escuchar
Un truco muy común es dar por sentado que se sabe lo que la gente necesita y tratar de guiar la organización del centro de trabajo con esa presuposición. Esto hace que la organización sindical parezca un trabajo de ventas, en el que el sindicato se convierte en una especie de producto que se presenta a un público pasivo. "¿Quieres una guardería pagada? Afíliate". Pero la buena organización y el poder de la clase trabajadora se basan generalmente en conexiones profundas y personales de confianza y en el poder compartido. Esto significa que tienes que escuchar lo que la gente quiere, sin importar lo mucho que creas que necesitan algo. Todas nosotros experimentamos problemas en el trabajo, que se derivan de la falta de poder. Tener una demanda que no hemos podido hacer cumplir, no contribuye a aumentar nuestro poder para darle la vuelta a la tortilla a los jefes. Los conflictos no van a organizar el centro de trabajo por ti. Tienes que escuchar a la gente e identificar sus quejas para saber cómo les afectan las cuestiones del trabajo, porque eso es lo que les inspira a luchar.
Ejecutar tareas en lugar de organizar personas
Toda campaña puede dividirse en pasos y tareas, y alguien con algo de inteligencia y una sólida ética de trabajo puede pasar por todas esas tareas y no estar más cerca de organizar sindicalmente un centro de trabajo que cuando empezó. Esto es especialmente peligroso cuando personas del sindicato están organizando porque, inevitablemente, en un omento dado se alejarán de ese centro de trabajo y dejarán que los y las trabajadoras lleven esa carga. Organizar no consiste en seguir una fórmula o receta, sino en enseñar a los y las trabajadoras la receta (y cómo enseñar la receta a otras). Esta es la parte difícil. Un buen organizador debe estar preparado para dejar que las cosas se descarrilen un poco, sabiendo que los y las trabajadoras acabarán haciendo el trabajo. Todas las grandes organizadoras empezaron en algún sitio y probablemente cometieron muchos errores por el camino. Los y las trabajadoras necesitan la oportunidad de desarrollar sus propias habilidades cometiendo errores y aprendiendo de ellos. Una tarea mal hecha por las propios trabajadoras supone un mayor progreso que cien tareas hechas por un buen organizador.
Precipitarse a enfrentarse en público
Esta es la principal causa de que una campaña de organización sindical se hunda. A menudo ni siquiera hay una campaña, sino un par de participantes, afiliadas. Los organizadores novatos (y algunos experimentados) tienden a pensar que basta con soltar la pancarta para que la gente acuda en masa. En cambio, ocurre lo contrario: el jefe ve a la única persona a la que tiene que eliminar y le cae encima como una tonelada de ladrillos. Con la trabajadora represaliada, todos los demás entienden el mensaje. Por otro lado, algunas campañas de organización sindical pueden ser brutalmente eficaces sin llegar a hacerse públicas. Y algunos toman la decisión estratégica de hacerla pública en el momento adecuado y es el movimiento correcto. Pero el aspecto público está muy a menudo sobrevalorado y vale la pena considerar especialmente el nivel de tu objetivo. Si tu jefe tiene diez tiendas y tú sólo eres fuerte en una, salir a por todas sin las otras nueve probablemente sólo te llevará a quedarte fuera. Empresas como Wal Mart y MacDonald's tienen un largo historial de cierre de tiendas para mantener fuera a un sindicato. En general, cuanto más grande sea la empresa, más alto será el listón para hacerla pública y no hundir la campaña de organizació sindical.
Ser tácticamente limitado
Supongamos que haces una marcha contra el jefe y que ésta se desarrolla sin problemas. El jefe cede rápidamente y todo el mundo se siente muy bien. Lo vuelves a hacer y obtienes buenos resultados en otra parte de la misma empresa. A la tercera vez que usas esta táctica, es casi seguro que el jefe está estudiando lo que estás haciendo e ideando respuestas. Es mejor no utilizar exactamente lo mismo dos veces con el mismo jefe en el plazo de seis meses. Una buena táctica es lo suficientemente buena como para que merezca la pena guardarla, sobre todo si ha funcionado. Pero si la utilizas una y otra vez en el mismo contexto, perderá su eficacia. Puede resultar sorprendente, pero lo mismo se aplica a las grandes huelgas.
Autoimponerse plazos
Puede parecer que el tiempo es esencial, pero en realidad casi nunca lo es. Un mal jefe será un mal jefe el año que viene y dentro de diez años, y siempre habrá asuntos que organizar. Es cierto que la sensación de impulso es una preocupación real: hay que asegurarse de que nadie piense que no está pasando nada en la campaña. Pero el signo más seguro de que no estás preparado para pasar a la acción es si te dices a ti mismo que tienes que tomar una determinada medida en una fecha determinada. El punto de activación de una acción debería ser, en cambio, algún indicio de que estás preparado. El hecho de que la empresa haya hecho algún movimiento terrible o que el gobierno haya logrado aprobar una serie de leyes malas no significa que éstas no puedan ser revocadas más adelante.
No "vacunar" lo suficiente
La "vacunación" es la práctica de dar a tus compañeros de trabajo una pequeña dosis de lo que el jefe va a devolverles antes de que éste lo haga. Si uno se muestra insubordinado, debe preparar a la gente para enfrentarse posiblemente a represión laboral, o tal vez incluso a un despido. La mayoría de las veces, los y las trabajadoras se mantendrán firmes si deciden tomar medidas sabiendo que estas cosas pueden ocurrir, y se echarán atrás si les sorprenden las represalias. Como decíamos antes, siempre es mejor no prometer ser flexibles. Puede significar que hay que agitar un poco más (en parte por eso es tan importante no imponer plazos), pero cuando los y las trabajadoras están dispuestos a actuar juntos sabiendo cuáles son los riesgos, son una fuerza mucho más potente.
Enmarcar las luchas como "todo o nada"
A menudo, los organizadores y los y las trabajadoras creen realmente que están en una lucha existencial, en la que el ganador se lo lleva todo, pero la verdad es que puedes sufrir mucho daño y perder algunas luchas bastante importantes, siempre que no te convenzas de que estás acabado si no ganas ésta. La mayoría de los combates terminan con una victoria parcial y eso está bien: las victorias parciales pueden sumarse muy rápidamente, además de que también se aprende de estas experiencias sobre lo que supondrían victorias más grandes. A veces los organizadores creen que tienen que decirle a la gente que estamos condenados si no ganamos, pero eso es una mala técnica de organización. No fortalece a la gente, sino que la lleva a la desesperación. En su lugar, la gente debe aprender a tener una evaluación precisa de su propio poder y de lo que necesita para aumentarlo.
Enmarcar las luchas como un solo golpe
Ni siquiera las acciones laborales más dramáticas, como una huelga general o algún tipo de protesta masiva, van a ganar por sí solas en la mayoría de los casos. Un solo caso dramático es una gran historia que a los izquierdistas les gusta contar, pero la mayoría de las veces, la agitación constante y la construcción cuidadosa de una campaña o un sindicato es lo que consigue resultados duraderos. Una sola gran huelga puede conseguir un buen convenio, pero incluso entonces hay que aplicarlo o, de lo contrario, el lenguaje sólo será tan bueno como lo considere un juez. Por esta razón, siempre hay que preguntarse, al planificar una acción, "¿y luego qué?". Si no lo haces, y no preparas a tus compañeros para la posibilidad de que tu primer golpe no llegue a buen puerto, puedes hacer que piensen que la acción directa no funciona, como todo lo demás. En general, es mejor no prometer y cumplir.
Centrarse en los puntos fuertes y no en los débiles
Esto es algo que todavía estoy asimilando. Si tienes cinco departamentos diferentes en el lugar de trabajo y uno está muy bien organizado y es muy fuerte, no necesita tu atención. Los que tienen problemas sí. A la gente le gusta pensar que puede conseguir una victoria en un lugar y luego difundirla, pero lo que realmente ocurre es que la gente consigue una victoria en un lugar y eso refuerza a los demás que hay algo mágico en la gente de esa parte de la empresa y que las otras partes simplemente no lo tienen. He oído decir que un sindicato es tan fuerte como sus miembros, lo cual es una especie de mentira porque es una actitud pasiva. Un sindicato es tan bueno como su plan a largo plazo para obtener concesiones del empresario. Ese plan tiene que implicar el desarrollo de la gente en el sindicato.
Ventrílocuo de las trabajadoras
A menudo, si otro organizador no está de acuerdo con una decisión tomada en una campaña, el organizador de esa campaña la defenderá diciendo que era lo que querían las y los trabajadores. Dirán que fue una idea de los mismos trabajadores y que surgió de forma natural de las conversaciones, en lugar de asumir el hecho de que un organizador desempeña un papel de liderazgo y tiene la obligación de dar consejos y de llevarlos a cabo. Las campañas en las que las decisiones se toman por "consenso" son las más fáciles de hacer, porque nadie vota nada y no hay una cultura de fijar posiciones y hacer notar los desacuerdos incluso mientras se decide cómo seguir adelante.
Todos los organizadores a veces no están de acuerdo con lo que los y las trabajadoras quieren hacer y reconocerlo está bien, pero le debes a todo el mundo dejar claro que estás en desacuerdo y por qué. Pero desautorizar y ocultar tu papel de liderazgo como organizador muestra en realidad una incapacidad para salir de la ecuación porque no estás asumiendo la responsabilidad de tu papel de liderazgo en una campaña.
Conclusión: el origen de todos los problemas
Los organizadores estamos sometidos a una enorme presión. Y, a diferencia de lo que ocurre con los aspectos legales de los asuntos sindicales o la administración de un sindicato, la organización se ocupa más de las cualidades que de las cantidades. Esto hace que a veces nos resulte más difícil ser sinceros con nosotros mismos sobre cómo lo estamos haciendo. Es fácil caer en una especie de manipulación motivada totalmente por las buenas intenciones. Pero eso hace que sea aún más importante presionarnos para ser claros con nuestros objetivos y métodos.
Casi todos los errores de organización tienen dos orígenes. Uno es hacer lo que parece obvio en lugar de lo que realmente es correcto: muchos problemas surgen por seguir tu instinto y hacer el trabajo de forma intuitiva en lugar de estratégica y sistemáticamente. La otra es no saber sacarse a uno mismo de la ecuación.
Un compromiso político mucho más profundo que las posiciones políticas es la comprensión de que toda la organización que hace que los y las trabajadoras sean más independientes y más críticos con la autoridad (incluida la nuestra) es buena, y la que les hace depender de las instituciones de "izquierda" -incluidos los sindicatos y los partidos políticos- es un paso atrás.