Hace unas semanas, una compañera de hostelería me describía la famélica movilización para impulsar la firma del nuevo convenio: no había más de ocho personas, un puñadito para alzar su escuálida voz protestataria… ¿el resto?... currando.
En la calle, me crucé recientemente con una manifestación en la que eran más numerosos los efectivos de la Ertzantza que los congregados: no llegaban a una docena, justo para sujetar malamente las dos pancartas y la megafonía. Eso sí, el jueves 5, la intermodal reventaba de mundo, repleta de gentes ansiosas por asistir al match futbolero…me conformaría con un 1% de esa hinchada para cualquier movilización…por sus derechos…pero el futbol, por lo visto, debe llenar las panzas y curar los males de los que se apretujaban en las escaleras mecánicas, empujándose por llegar cuanto antes a la “catedral”, la única que aún concita la devoción popular (y hasta alguna que otra romería)1
Mientras tanto, tal y como revelaron sin tapujos, y a qué disimular si enfrente no hay nadie, la patronal tiene ya diseñado un plan estratégico para hacer frente a lo que ellos llaman absentismo laboral, al que se refirió recientemente un compañero en este mismo espacio.
Plan cuyas premisas de partida, y me fio a lo manifestado en la mesa redonda a la que asistí, es que la clase trabajadora cada vez trabaja menos; las bajas duran demasiado y hay que recortar como sea; hay demasiado caradura…que el titular de una cabecera digital madrileña resumía en: “trabajadores, ¿ enfermos o vagos?”.
De salud laboral, de avances sociales, de conciliación familiar, de inclusión…nada de nada, la única cuestión es que se trabaja poco, muy poco y que hay que atajar de algún modo “el problema” …
¿Y las fuerzas sindicales qué opinan?: las dos “más representativas” tildadas pomposamente, de “interlocutores sociales” (serios y maduros), responden pactando la gestión por las mutuas de las bajas traumatológicas por contingencias comunes y el resto…o dormitando o disputándose por un quítame allá esas pajas…eso sí, cada una por su lado.
Sabemos que si las bajas duran menos cuando las gestionan las mutuas no es, precisamente, ni por sus tratamientos milagrosos (¿Lourdes o Fátima?) ni por su envidiable cuadro médico sino por la presión para coger el alta, sí o sí, y sin embargo se ha pactado que las comunidades autónomas puedan acordar con las mutuas la gestión de las bajas traumatológicas comunes: se trata de un primer paso para ver qué pasa, cuál es la reacción de la llamada (no sé ya bien por quién) clase trabajadora: en Navarra se ha parado, por ahora.
Todo comenzó, no hay que olvidarlo, en el año 2014, facilitando a las mutuas la gestión económica de las bajas por contingencias comunes y ahora es el turno de la gestión completa, en las traumatológicas, salvo las altas…¿cuál será el siguiente paso si, como parece, no van a encontrar oposición real alguna?
Lo que ahora no hagamos, mañana será imposible de cambiar y ahí está para recordarlo la reforma del 2012 que jibarizó la indemnización por despido a los escuálidos 33 días /año que el Comité Europeo de Derechos Sociales viene de declarar claramente insuficiente y vulnerador del art. 24 de la Carta Social Europea: lo que no hagamos nosotros/as, nadie lo hará y es ahora, no mañana, cuando toca: la CNT debería liderar el movimiento contestatario contra esta injusta y peligrosa reforma.
*1 Nada tengo contra el futbol, sí contra la amnesia y la euforia que procura.