05/12/2023

INDOLENCIA PASAJERA??

Escrito por Soni

Hoy me he levantado catastrofista. Tengo que escribir un artículo, y a pesar de que hace un día espléndido, con ese sol forastero que siempre se agradece en estas fechas, a mi mente solo acuden ideas apocalípticas.

El cambio climático y los malos augurios que presagia. Las guerras en Ucrania y la franja de Gaza, junto a las de Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria, Siria y esas otras muchas que por lejanas y escondidas no aparecen a diario en TV, pero ahí siguen, dejando millares de muertos y desplazados. Las también continuas, y evitables, muertes de migrantes que, como todas y todos, solo buscan mejorar sus condiciones de vida, pero que tuvieron la mala suerte de nacer en lugares que no se lo facilitan. Y, ya más cerca, imágenes de los fachas llenando calles y plazas en su cruzada contra la amnistía de Sánchez, que dicen va a romper España, su España, aunque eso no lo especifican, y que me devuelven temores que creía ya pasados. Los homicidios por razones de género y otras formas de violencia contra las mujeres, que, y es algo que escapa a mi comprensión, cada vez van a más. Al igual que las criminales muertes en el trabajo, que se suceden día sí y día también, por la codicia y falta de escrúpulos de buena parte del empresariado…

Y, lo que también me duele, la falta casi absoluta de empatía de gran parte de la población, nuestros vecinos y vecinas, hacia todas estas situaciones, respondiendo con un triste encogimiento de hombros cuando se comentan, y siguiendo con sus banales conversaciones sobre la liga, el Athletic, o su socorrido desahogo verbal sobre su situación laboral …

Me distrae la lectura de la portada del correo, no sé por qué lo sigo manteniendo como página de inicio a internet, dónde se comentan los 40 años desde la batalla de Euskalduna, y donde tres de sus protagonistas, miembros de CCOO, ELA y UGT, rememoran la misma. Hablan de lo que supuso la lucha, cinco años de confrontaciones diarias con la policía, y de que sin ella, las consecuencias del cierre hubieran sido mucho peores. No cuentan que los dejaron solos, que en un momento de reconversión industrial en todo el país, con un gobierno socialista por medio, individualizaron las luchas, no extendieron la solidaridad, el apoyo mutuo,… que tantos éxitos habían dado al movimiento obrero cuando quienes encabezaban las luchas eran otras siglas.

No puedo sino recordar la Huelga de la Canadiense, que iniciada en febrero y finalizada en abril de 1919, consiguió que se reconociera por primera vez en el mundo la jornada laboral de ocho horas, vigente aún hoy en día. El 5 de febrero de 1919, varios administrativos de la empresa eléctrica La Canadiense fueron despedidos al no aceptar la rebaja de salario impuesta por la patronal. Acto seguido recurrieron a su sindicato, CNT. Fue el comienzo de una huelga que al principio fue combatida, como era costumbre, con los fusiles de Guardia Civil y ejército, que causaron varios muertos, cientos de heridos y miles de detenidos. Las armas, no dieron resultado y a finales de febrero toda la ciudad estaba sin luz, sin agua y sin gas. Se sumaron el resto de las empresas de la ciudad y una parte muy considerable del comercio cerró sus puertas. La solidaridad con la Canadiense se extendió por todo el país, tras lo cual, el gobierno forzó el acuerdo. Se consiguió la readmisión de todos los trabajadores despedidos, se aumentaron sus salarios, se dejaba en libertad a todos los encarcelados y se aprobaba la jornada laboral de ocho horas en todo el Estado, cosa que no había sucedido en ningún otro lugar del mundo. La huelga quedaría desconvocada el 19 de marzo tras un mitin multitudinario de Salvador Seguí, el Noi del sucre, en el que los obreros aprobaron el acuerdo.

El 4 de abril de 1919 la Gaceta de Madrid publicaba el decreto por el que a partir del 1 de octubre de ese año la jornada semanal máxima sería de cuarenta y ocho horas, demostrando que ni la fuerza bruta ni la represión más atroz son capaces de doblegar a un pueblo que actúa unido por el interés general, por su bienestar, por la justicia social y la libertad.

En apenas tres meses, lograron lo que no consiguieron los sindicalistas del astillero, tras más de cinco años de confrontaciones casi diarias.

La solidaridad, el apoyo mutuo, la coordinación y extensión de la lucha, fueron los determinantes de la colosal victoria de la Canadiense.

Hoy, las leyes aprobadas y refrendadas por los llamados sindicatos mayoritarios, prohíben, expresamente, las huelgas de solidaridad, las huelgas políticas, las huelgas por el interés general, por el bienestar, por la justicia social y la libertad de todas y todos. Las mismas que permitieron la victoria de la Canadiense. El poder, sí tiene memoria.

Tiemblo al pensar que de nuevo tenemos el gobierno más progresista de la historia. ¿Qué nos querrán imponer esta vez para metérnoslo así, con calzador?, a pesar de que una buena parte de la oligarquía financiera prefería un gobierno con sus lacayos directos. Nada bueno sin duda.

Sigo con mi diatriba. Quiero hablar de todo lo malo y no doy solución alguna. Se me ocurre achacarlo a la indolencia social, que también me embulle. Me saldrá mejor otro día, cuando salgamos, y salga, del estado de narcolepsia colectiva en el que parecemos sumidos.

Espero hablar, entonces, de cómo actuar, aquí y ahora, frente a todo lo citado.

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