29/07/2021

No sé si contarles esto.

Escrito por Soni

Hay momentos amargos, los hay más dulces y hasta algunos los hay sin sabor, totalmente insípidos, lo verdaderamente triste, que estos, cada vez, sean los más duraderos.

Suelo acordarme con frecuencia de una frase recurrente de un compañero, cada día que amanece el número de tontos crece, y si bien nunca la consideré verosímil, el tiempo, que todo lo pone en su sitio, le va dando cada vez más y más credibilidad.

Si tras cada periodo electoral los resultados, no por previsibles menos sorprendentes, me la ponen más en evidencia, ahí están los resultados de la Comunidad de Madrid, los acontecimientos de este verano de pandemia, también totalmente previsibles, y no por ello menos sorprendentes, lo ratifican a cada momento que pasa. Como rebaños, seguimos los impulsos de intereses comerciales y economicistas, y en lugar de protegernos y proteger, acudimos en manada a aglomeraciones totalmente innecesarias y prescindibles, donde nos contagiamos y contagiamos, y si bien no tiene, la pandemia, la virulencia y contundencia de las primeras olas, sigue hospitalizando y matando, con la consiguiente continuidad de la presión sobre un personal, sanitarias y sociosanitarias, cada vez más cansado, hastiado e irritado.

Y en lugar de poner solución a la situación de éstas y éstos profesionales, que ya llevan un montón de tiempo jugándosela cada día, todavía se les tensiona mucho más, precarizando, más si cabe, su situación laboral, donde con más de 800.000 eventuales en la administración, algunos, muchos, por no decir la mayoría, con mogollón de años de servicio en las mismas, y en claro fraude de ley, se oferta una regularización que habla de 9.000 plazas, la presión de la UEE las ha subido a 30.000, pero que siguen siendo cifras ridículas, y que siguen haciendo imposible ese objetivo, exigido por esa misma UEE, de dejar la eventualidad por debajo del 8%. Amenazando, además, a esa gran mayoría de eventuales, de ponerlos de patitas en la calle, si no consiguen alguna de esas muy escasas 30.000 plazas.

Una administración, además, muy envejecida, un tercio de estos empleados y empleadas se jubilara en los próximos cinco años, un 56,3% si estiramos hasta el año 2030. Una situación que la administración también obvia en esa paupérrima oferta de empleo público, celebrada por alguno de los sindicatos pancistas.

Y, entre tanto, la opinión pública, esa que durante los confinamientos de las primeras olas de la pandemia, aplaudía a sanitarias y sanitarios desde los balcones, bailando el agua a políticos y gobiernos.

Mientras el número de funcionarios en España está bastante por debajo de la media europea, con ratios mucho mayores que la media de la misma, la opinión pública, sigue fomentando una visión de estas funcionarias y funcionarios como escaqueadores natos, vagos y parasitarios, secundando la falacia de gobiernos y empresarios, que de esta manera, justifican privatizaciones y recortes.

Además de olvidar la dedicación y sacrificio, subsanando las deficiencias estructurales del sistema, a base de arrimar el hombro de todo ese personal socio sanitario, también olvidan que es la existencia de empleo público suficiente la que garantiza, hoy por hoy, el Estado del Bienestar, especialmente en los servicios educativos y sanitarios, garantizando el acceso universal y gratuito, y una mínima calidad del mismo.

Es la privatización de estos servicios, Inglaterra, USA, y cada vez más países, la que hace que sólo aquellos que cuenten con recursos suficientes, puedan acceder a ellos, condenando a quienes, la inmensa mayoría de las poblaciones, careciendo de esos recursos, no puedan costearse los tratamientos que necesitan, queden tirados cual colillas, lo hemos visto en esta pandemia, en calles o almacenes escondidos, además del cada vez más oscuro negocio de farmacéuticas y seguros privados, que potenciados por el sistema, sangran los sistemas públicos, llevándose los servicios más rentables, y dejando a la administración pública, aquellos más costosos y, aunque minoritarios, necesarios.


Otro dato que “olvidan” quienes demonizan el empleo público, es que en éste, aunque aún no ha desaparecido el llamado “techo de cristal”, hay una cada vez más importante y creciente presencia femenina que poco a poco lo va minimizando, sirviendo de ejemplo y acicate a las empresas privadas.

Y si por mala suerte, este verano, tuvieras que acudir al médico, cuando vayas al PAC y te los encuentres cerrados, cuando acudas a las urgencias hospitalarias y te encuentres salas repletas, y largas horas de espera, cuando pidas vez a tu centro de salud, y te den para una semana, o más, y si acudes como indemorable, te encuentres, también, salas repletas, personal sanitario saturado y superado, con menos de la mitad de los médicos en la mayoría de ellos, no se sustituyen ni bajas ni vacaciones más allá de un 30%, a pesar de lo que está pasando, y ese personal, renunciando por atenderte, a derechos como un rato libre durante la jornada, a examinar a cada paciente durante el tiempo necesario, a un tope máximo de pacientes, se duplican, como mínimo, las consultas, cuando veas todo esto, no busques la causa en trabajadoras y trabajadores indolentes, no, busca en qué gastan los dineros públicos quienes los administran, gobiernos y políticos, en la falta de esos empleos públicos que te venden como excesivos, que casualidad que los países más avanzados del mundo, encabecen esas cifras de más empleo público.

Así que la próxima vez que vayas a hacerte eco, aunque sea por “gracieta”, de esa desinformación interesada sobre las empleadas y empleados públicos, piénsatelo dos veces, y cuando te “desvíen” a entidades privadas, porque supuestamente la pública no puede atenderte antes, piensa por qué eso es así, y compara costes, trato y servicio, de los empleados de pie de cama.

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