17/05/2023

La tecnología, contra las trabajadoras

Escrito por Endika Alabort Amundarain

Artículo de opinión de Endika Alabort Amundarain, originalmente publicado en euskera en Argia el 30/04/2023

A finales de marzo, un periodista económico vizcaíno escribió sobre el Automotive Intelligence Center de Amorebieta-Etxano, y, como es habitual, se posicionaba a favor de los empresarios. Bueno, eso no es lo más destacado: es la línea editorial del medio. Cabe resaltar que, en el taller experimental que describe, se utiliza el concepto de fábrica flexible. El artículo finaliza con una amenaza: la planta experimental no tiene trabajadoras ni sindicatos. La tecnología, contra los trabajadores.

En el último año he tenido la oportunidad de profundizar en la relación entre tecnología y trabajo. He llegado a la conclusión de que la relación entre estos dos elementos es profundamente compleja, multidimensional, en la que el punto de vista histórico es necesario para cualquier explicación que queramos dar. Que la tecnología nos facilitará la vida, que se trabajará menos, o que hará desaparecer a los trabajadores, son profecías infundadas. Entre ellas se encuentra también la amenaza lanzada por el periodista económico.

Haciendo una breve revisión, desde la aparición del sistema económico capitalista y de la clase obrera, el capital ha intentado dominar, educar, a la clase obrera, eliminando sus medios de vida. Los y las trabajadoras se han enfrentado a ello. Es una lucha de clases. Cualquier explicación de la relación entre tecnología y trabajo, sin contar con eso, será inútil, insuficiente. El capital ha utilizado la tecnología para romper el control y el conocimiento de los trabajadores respecto al proceso productivo, conflicto en el que las estrategias de resistencia adoptadas por el trabajador han sido múltiples.

El caso que se menciona a menudo, ha sido el de los ludditas. Se han puesto como ejemplo de personas contrarias a las nuevas tecnologías, que se oponían a las nuevas máquinas. Lo que buscaban los ludditas, frente a una introducción tecnológica que amenazaba sus condiciones laborales y de vida, era conseguir una mejor posición defendiendo el poco poder que les quedaba. No estaban en contra de la tecnología, la clave es que sabían cómo influían determinadas tecnologías sobre su trabajo. Respondían contra esto último. Lo que al principio parece algo simple, se hace más complejo. En resumen, la relación entre los avances tecnológicos y la lucha de clases es complicada y no puede limitarse a una visión única.

Sin embargo, hay factores que se suelen excluir del ámbito del análisis. ¿Será posible el progreso técnico sin fuentes de energía baratas y asequibles? ¿Qué pasa con los materiales necesarios para la creación de estas tecnologías? Y aquí, hablamos del capitalismo, que hoy conocemos, aunque se vista de verde. Es evidente que el cambio climático es una consecuencia del desarrollo capitalista, y tal como están las cosas, podríamos decir que es irreversible. Por otro, la necesidad de materiales concretos y su escasez ponen en duda que podamos seguir en esa dirección. El crecimiento económico que se agarra al desarrollo tecnológico como tabla de salvación tiene unos límites que no se quieren abordar. Por eso, en el caso de la planta sin trabajadores ni sindicatos, se silencian las condiciones y límites que son básicos.

En el contexto que vivimos, la clave es saber cómo reconvertir diferentes sectores de la economía, no pensar en empresas que funcionen sin trabajadores. No hay soluciones tecnocráticas y tecnófilas posibles si el objetivo es lograr una solución para todas. Es hora de poner la tecnología al servicio del trabajo y no del capital. Pero esto nos lleva a la última derivada: enterrar el capitalismo a los libros de historia.

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