29/11/2023

ESCUCHAR, QUÉ GRAN LECCIÓN (BLAS EZTABILONDO BERANDUETXEA)

Escrito por Xabi

El socialismo y la UGT eran predominantes en el panorama sindical navarro previo al genocidio franquista. Había pocas localidades en las que la CNT fuera la primera fuerza y una de ellas fue Lodosa. A partir de 1921, el Sindicato Único de la CNT aglutinó a su alrededor a buena parte de la clase trabajadora lodosarra y protagonizó luchas que hicieron que Lodosa se hiciera un hueco en la cartografía de las luchas sociales. Todo ello no pasó inadvertido para el Estado-Capital que a través de los monigotes fascistas del 36 asesinó a 134 personas sobre un total de 4000 habitantes que tenía el pueblo.

En el presente artículo, quisiera hacer mención de uno de los compañeros asesinados: José María Colás Cenzano. José María fue un albañil, autodidacta y reconocido orador, secretario local del sindicato presidido por Antonio Romero en la calle Vista Alegre. Él y su compañera Honorata Irisarri emigraron a Argentina en tiempos de Primo de Rivera. José María militó en la histórica FORA, en tanto que la casa que compartía con Honorata se convertía en refugio de compañeros (especialmente italianos) sobre los que caía la aplicación de la “Ley de Residencia”, una ley que permitía la expulsión inmediata de Argentina de luchadores sociales con pasaporte extranjero.

En 1931, con José María en la diana del aparato represivo estatal argentino y con la perspectiva del advenimiento de la segunda república, la pareja y su prole volvieron a Lodosa. José María Colás destacó en esta época como orador en mítines y controversias públicas. José María no tardó en convertirse en referente del ”treintismo” en la ribera navarra. Él se consideraba un trabajador organizado en la CNT y se escandalizaba con la presencia permanente en el café de dos faístas de su pueblo.

El bagaje militante que suponía haber trabajado y luchado en el extranjero contribuyó en muchos pueblos de Navarra a que la figura del “retornado” fuera referencial en el seno de los sindicatos cenetistas. Muchos de los anarcosindicalistas navarros retornados de Latinoamérica y EEUU se convirtieron en cuadros organizativos de los sindicatos únicos.

Ya hemos apuntado que la rebelión militar fascista de julio de 1936 se cebó con Lodosa. Luciano Aramendía “el abuelo” se significó infamemente en esa tarea. Las sagas de los Colás y de los Irisarri fueron duramente reprimidas. José María Colás fue fusilado en Tudela. Se cuenta que tuvo oportunidad de salvar la vida pero al no ser una medida extensible a sus compañeros se negó a ello.

Mercedes Colás Irisarri fue una de las hijas de Honorata y José María. Con 12 años, le cortaron el pelo y fue obligada a bautizarse y comulgar durante un rito católico en el que el responsable de la detención y asesinato de su padre (Luciano Aramendía) ejerció de padrino. En 1939, Mercedes volvió a Argentina, donde nació. Mercedes fue testigo de la desvirtuación sufrida por el movimiento obrero argentino por parte del peronismo. Desencantada por el rumbo que adquiría la lucha obrera, dedicó su empeño a las visitas a presos anarquistas.

Mercedes, más conocida como “Porota” en Argentina, se casó y tuvo una hija, Alicia, que en enero de 1978 pasó a engrosar la lista de desaparecidos forzados por la dictadura argentina de las juntas militares. Alicia militaba en el colectivo “Solidaridad” y la hicieron desaparecer dejando tres hijos. “Porota” se convirtió en una de “las madres”, una de aquellas mujeres que se enfrentaron en la Plaza de Mayo al régimen militar y se convirtieron en referentes mundiales en favor de los derechos humanos. “Porota”, como vicepresidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, llegó a convertirse en una persona muy conocida y querida en los ámbitos altermundialistas latinoamericanos. Murió hace tres años, con la lesiva carga de dos represiones fascistas a ambos lados del Atlántico y toda una trayectoria vital de lucha sin descanso.

En diciembre de 2013 tuve oportunidad de conocerla en Buenos Aires en el marco de la presentación ante la jueza argentina de la querella de CNT por los crímenes de lesa humanidad del franquismo. Se trató de una cita propiciada por la Federación Libertaria Argentina y en la que también hubo representación de la FORA con ascendencia oñatiarra. Los compas argentinos le preguntaban a “Porota”, como es lógico, por su llegada a Argentina, sus contactos con los anarquistas porteños de entonces y sus impresiones sobre la incidencia del peronismo en el movimiento obrero. A mí me interesaba más que compartiera sus recuerdos de Lodosa y le preguntaba por el sindicato, por su padre…

Fue una delicia escucharle. Atesoraba muchos recuerdos y anécdotas de la lucha anarcosindical en Lodosa y la ribera navarra. Se le encendían los ojos cuando evocaba su niñez y pubertad. Admiraba mucho a su padre y se sentía muy orgullosa especialmente por la labor pedagógica realizada por la CNT en Lodosa. Reseñaba a su padre como muy buen orador y habituado a salir airoso en cuantas controversias públicas mantuviera con oradores de otras tendencias. En cierta ocasión, José María Colás fue invitado a uno de aquellos retos dialécticos entre partidarios de una y otra rama del movimiento obrero. El acto iba a celebrarse en Cárcar y un cuñado no paraba de advertirle de que el comunista con el que iba a tener que batirse en el estrado no era uno cualquiera, sino uno traído de fuera y que sabía latín. José María le respondió a su cuñado de un modo que jamás olvidaría “Porota”: “Si tanto sabe ese comunista, mejor para nosotros. Así, aprenderemos”.

Toda una lección que resume una forma de entender la vida y la lucha. Sin dogmas, con la mente abierta, desde una postura de escucha activa. “El conocimiento habla, pero la sabiduría escucha” decía Jimi Hendrix. José María lo sabía y lo practicaba.

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