24/11/14

Perspectivas de los cuidadores de personas con enfermedad mental. (y VIII) Perspectivas finales .

Egilea Kimalbertos

Es bien conocido y sabido por todo el mundo los problemas inherentes de la sociedad planetaria globalizada en la que vivimos sin opción ni alternativa posible ( de momento ), y que muchos de los problemas que se manifiestan como enfermedades mentales no son más que el resultado último de la toxicidad del sistema (guerras, represión, pobreza migraciones masivas, etc. ). Y que esta toxicidad genera problemas y consecuencias que no existirían fuera del Sistema y/o que personas con enfermedad mental, que pudo surgir por razones al margen de todo ello , vean agravada la situación por esa misma toxicidad. Aquí los cuidadores manifestamos nuestra preocupación, estableciendo planes y contingencias protectoras para la persona con enfermedad mental, por si acaso llega el momento en el que no podamos atenderle.

También somos conscientes de la percepción con sesgos abiertamente falsos, falaces y falsarios sobre lo que son y no son las personas con enfermedad mental produce efectos secundarios perniciosos relacionados simplemente con su presencia física en los espacios públicos. A veces burlas, o comentarios, otras veces, angustias paranoicas, sobre un hipotético peligro por la incertidumbre que produce la ignorancia en su estado habitual. También sesgos economicistas, productivistas y de aceptación social para producir permisividad por su propia existencia, como si hubiera que justificar su no reclusión por un concepto ajeno a los derechos humanos básicos.

En todo esto no tiene sentido ni utilidad las fantasías utopicistas tecnófilas en las que se sueña con una sociedad sin enfermedad ni muerte, una utopía alienada, bonachona y bienintencionada pero más peligrosa que un chimpancé con motosierra. Aquí quiero recordar las ideas del higienismo social, por protestantes pacifistas bienintencionados, que desembocaron en la aberración nazi. En esas ideas se venía a decir que no se debía permitir que personas con determinadas taras y enfermedades se les permitiera tener descendencia. En esa utopía bucólica, sonriente y feliz no tenían sitio determinados tipos de personas.

Considero que la enfermedad y la muerte son partes inherentes de la vida, y que una sociedad sana y equilibrada debe entender que los personas con enfermedades crónicas, tanto a nivel físico como mental tienen cabida, y que pueden aportar mucho más de lo que se puede inferir de sus limitaciones.

Y aquí el planteamiento de partida debe ser que es la SOCIEDAD la que debe adaptarse a la persona o personas con enfermedad mental, a sus limitaciones y fomentando más sus talentos y capacidades, que no la exclusión y la segregación que se aplica hoy en día.

Para terminar no considero que haya nada positivo ni enriquecedor en que alguien padezca un enfermedad mental, ni siquiera como acicate artístico o creativo. Y que como personas cuidadoras debemos colaborar para que las personas con enfermedad mental tengan una vida plena y satisfactoria.